INFORME ROJO: Veracruz: el gobernador no sabe mentir

Gobernador Cuitláhuac García
  • Mientras pudo, mareó a AMLO  
  • Eleazar Guerrero sí es su primo  
  • Contralora mintió  
  • Duarte pierde amparo por desaparición forzada  

Por Mussio Cárdenas Arellano

Timador mediocre, Cuitláhuac le miente a Veracruz y le miente a López Obrador, negando el nepotismo que se acredita en su primo Eleazar, el subsecretario voraz, rechazando parentescos que sí lo son, hermanos y sobrinos incómodos incrustados en nóminas oficiales. Y así hasta que documentos y testimonios evidencian que es malo para engañar.

Mediocre embustero, Cuitláhuac García mareó a Andrés Manuel con el rollo de que en su gobierno, el de Veracruz, no laboran ni los García ni los Jiménez con los que tenga consanguinidad. Y el Dios Peje le palmea el hombro, le cree, se engaña y lo arropa con el sarape de la complicidad.

“Es honejto”, le dice el presidente provocando la carcajada general.

A la prensa, Cuitláhuac la enfrenta a medias, con un patético discurso, monosílabos y gestos, reclamos y retos, alegatos de lavadero, admitiendo que en el tema de los parientes que hay en su gobierno es mejor una investigación postmortem a su abuelita, pero que ahí él no se atreve a juzgar la conducta de la citada Manuela Durán.

Engallado a veces, evasivo en otras, el gobernador no deja de eludir el tema de Eleazar Guerrero Pérez. ¿Es su primo?, le preguntan. Y evade. Nunca un sí o un no.

Su mayor audacia ocurrió en Palacio Nacional. Durante la conferencia de prensa del Dios Peje, —junio 14— cuestionado por su nepotismo, tomó la palabra y volvió a decir que ningún familiar con apellido García o Jiménez labora en el gobierno de Veracruz. Y del tal Eleazar Guerrero, nada.

Hubo insistencia del reportero. Y cuando iba a responder, intervino López Obrador. 

“Nosotros nos sentimos muy satisfechos con el trabajo del gobernador de Veracruz, eso le puedo decir a mis paisanos veracruzanos, porque ya llevaba tiempo que no había en Veracruz un gobernador como Cuitláhuac García, llevaba mucho tiempo. No quiero aquí puntualizar sobre cómo eran los gobernadores de Veracruz, eso se lo dejo a los ciudadanos”.

Y ahondó:“Lo que sí me consta, y lo puedo decir a voz en cuello, es que Cuitláhuac es un gobernador honesto, trabajador y de buenos sentimientos, pero subrayo, es un gobernador honesto. Cuitláhuac no es corrupto y eso es una bendición, el que la autoridad no sea corrupta”.

Consumada a estafa, Cuitláhuac arrastró a López Obrador. Lo hizo parte de la mentira.

“Honesto” le ha dicho antes de ser gobernador y ahora que lo es. Siete visitas a Veracruz y siete espaldarazos, no por su capacidad, que no la tiene; ni por tomar el timón del barco que naufraga; ni por acorralar al crimen organizado, diseñando una política de prevención porque no lo ha hecho; ni transparentando el manejo de los recursos públicos; ni creando condiciones para el desarrollo.

Andrés Manuel sostiene y apuntala a Cuitláhuac García para maquillar su error, la terrible imposición de un individuo incapaz de hilar tres ideas, políticamente limitado, profundamente vacío, terco con iniciativa, con desplantes de intolerancia que nadie en Veracruz se los va a tolerar.

Cierto lo que apunta el Dios Peje. Llevaba tiempo que no había en Veracruz un gobernador como Cuitláhuac. Mejor dicho, nunca. Ni en su peor momento Javier Duarte fue tan mediocre.

Cuitláhuac, refiere López Obrador, “es un gobernador honesto”. Falso. Es retorcido y tramposo, violador nato de la ley. 

Cuitláhuac roba con licitaciones amañadas y adjudicaciones directas, como las del Peje.

Cuitláhuac oculta información usando la reserva en la que se escudan los proclives a la corrupción.

Lo que hay en su gobierno son formas vulgares de deshonestidad, raterías en la compra de insumos médicos, patrullas policíacas con sobreprecio, salarios que no atienden a esa superchería llamada austeridad republicana y amiguismo y pago de facturas políticas al fidelismo y duartismo, el priismo con el que Morena pactó para alcanzar el gobierno de Veracruz.

Y, por supuesto, el nepotismo.

Ahí, Cuitláhuac García es hombre muerto. El nepotismo es la radiografía de un gobernador torpe y necio, aferrado a incrustar a su parentela en la estructura de gobierno, y tolerar e incluso auspiciar que sus corifeos, aplaudidores y cómplices de gabinete hagan lo propio con sus familiares.

Por algo tan trivial revienta Cuitláhuac. Ha negado que el subsecretario de Finanzas y Administración, Eleazar Guerrero Pérez sea su primo. Ha evadido cuestionamientos. Ha eludido el tema. Se ha engallado ante la insistencia. Y hasta a López Obrador arrastró.

Bien amado en el fidelismo, Eleazar Guerrero fue colocado donde hay. Algo así como el Tarek Abdala de Javier Duarte. Por su mano corre lo bueno y lo malo. Y lo malo hace fortuna.

Dentro y fuera del gobierno, todos saben del parentesco entre el gobernador y el primo cómodo. Cuitláhuac cometió un doble error: designarlo a sabiendas que Andrés Manuel se iba a encrespar y sostener la mentira de que no tienen nada que ver.

Y cuando el presidente soltó aquello de que Cuitláhuac es una bendición para Veracruz, López Obrador se dio un tiro en el pie.

Un día se filtraron las actas de nacimiento de Eleazar y Cuitláhuac, ahí los nombres de sus padres, don Julio y el profesor Atanacio, y el de la abuela paterna, doña Manuela Durán.

Pero ante la duda hubo evidencia mayor.

De la agudeza del periodista Armando Ortiz se reconstruyó en un video la familiaridad del gobernador, yendo a Tlatlauquitepec, Puebla. Hurgó y halló. Manuela Durán Gómez tuvo un hijo con Salvador Trinidad Guerrero y otro con Wenceslao García (https://libertadbajopalabra.com/2019/06/25/cuitlahuac-garcia-jimenez-desenterrar-a-la-abuela-mentiras-y-nepotismo-en-la-cuarta-transformacion/).

De la relación con Salvador Trinidad Guerrero —refiere Armando Ortiz en su portal Libertad Bajo Palabra— nació Julio Juan Guerrero, en 1933. Siendo hijo natural, término usado en la legislación de aquellos tiempos, fue registrado por ella con un solo apellido, Durán. Tiempo después, su padre lo reconoció y quedó asentado con ambos apellidos (https://libertadbajopalabra.com/2019/06/25/nepotismo-en-veracruz-desenterrar-a-la-abuela-2/).

En 1962, Julio Juan Guerrero y Bertha Pérez Benavides concibieron un hijo, que llevaría por nombre Eleazar Guerrero Pérez, el primo cómodo de Cuitláhuac, nacido en Tlatlauquitepec. Sus padres se casaron en Xalapa, Veracruz, en 1970.

Doña Manuela Durán Gómez y Wenceslao García Hernández se casaron en Tlatlauquitepec y emigraron a Xalapa, donde se dedicaron a cortar café. Ahí nació Atanacio García Durán, el 2 de mayo de 1943. Fue maestro en Úrsulo Galván, se casó con Julieta Jiménez y de esa unión nació Cuitláhuac García Jiménez.

Atanacio García Durán, ex diputado local, fue perredista de buen nivel, quien en su paso por el Congreso de Veracruz tuvo trato terso con el ex gobernador priista Fidel Herrera Beltrán.

La condición de primos la confirmó Benedicto Durán, habitante de Cruz de Encino, Puebla, sobrino de doña Manuela Durán.

Con esa genealogía, Armando Ortiz logró establecer el parentesco entre el gobernador y el subsecretario de Finanzas y Administración. Y el nepotismo.

Apabullado por la evidencia, a flote la transgresión a la ley, el conflicto de interés, Cuitláhuac usó a la contralora del gobierno, Leslie Mónica Garibo Puga, para ocultar su fechoría. Al primer latigazo, la funcionaria declaró que tras investigar no halló rasgos de familiaridad entre ambos.

Pero las actas de nacimiento y el video de Libertad Bajo Palabra la hicieron recular. ¿No contaba con las actas de nacimiento siendo los primeros documentos que debió consultar? La complicidad apesta.

Arrinconado, un tema menor sacude al gobernador. Lo menos grave es el nepotismo. Lo crucial es haber usado a López Obrador. Y haberle mentido.

AMLO enlista en su discurso moral el repudio al nepotismo, los Yunes azules donde el papá quería dejar de sucesor al hijo mayor y haber llevado al segundo hijo a la alcaldía de Veracruz.

Y en Morena no son así. O presumen el Dios Peje y sus acólitos que no son así.

Pero sí lo son. Mediocre embustero, Cuitláhuac incrusta parientes en la nómina. Y al fidelista-priista Eleazar Guerrero, su primo, en la subsecretaría donde se concentran los tesoros de Veracruz.

Su pecado mayor, sin embargo, no es el nepotismo. Su pecado es negarlo y fomentarlo. Y que la evidencia demuestre que Eleazar y Cuitláhuac sí son primos hermanos. 

Su pecado, el mayor pecado, es verle la cara a López Obrador.

Archivo muerto

Perdido y jodido, Javier Duarte mete su caja china en el caos que es Veracruz. Lanza bolas de humo vía una denuncia contra el fiscal Jorge Winckler acusando uso de documentos falsificados para incriminarlo, al tiempo que pierde un amparo que lo dejará en prisión, imputado por desaparición forzada.

A la par, viene la orden de aprehensión contra Antonio Tarek Abdala Saad, ex tesorero de su gobierno y pieza clave en el desvío de recursos —y también amiguito de la ex primera dama, Karime Macías Tubilla—, sustrayendo dinero en efectivo y cubriendo facturas a empresas fantasma, incluida la compra del terreno y casa de Xóchitl Tress, la ex yunista azul, viuda alegre tras el crimen de su esposo, Gregorio Barradas Miravete, ex alcalde electo de Rodríguez Clara. Duarte está hundido y tras perder el amparo se robustece el juicio por impedir una investigación que habría permitido establecer responsabilidades en la desaparición forzada de personas.

Su delito es lesa humanidad. Sobre la denuncia en contra el fiscal de Veracruz, Winckler sólo dice que ni le quita el sueño y con mayor intensidad ahondará en esa y otras investigaciones contra el ex gobernador priista y su pandilla de rufianes… Quiere reverdecer Marcelo Montiel y ya arde en fuego. Tres denuncias penales se reactivan, la de Anilú Ingram, la de Alejandro Encinas y la de Alejandro Gutiérrez, que citan y documentan fraudes y desvíos, omisiones y corruptelas en su paso por la delegación de la Sedesol federal en Veracruz.

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