Lula Livre y la lucha anticorrupción en América Latina

Por: Aureliano Hernández Palacios Cardel

Aún recuerdo con agradecimiento al destino el haber vivido la experiencia de estar en Brasil durante la toma de posesión del ex presidente, y desde ese entonces ya, ex preso político, Lula da Silva. 

Comenzaba un viaje de regreso de mis estudios de posgrado en Argentina, y el recorrido inicial fue a través de los litorales brasileños durante estas épocas convulsionadas de América Latina, muy similar a algunos procesos existentes al día de hoy. Argentina había sufrido la caída de su sistema monetario de conversión llamado paridad cambiaria, donde un peso argentino estaba forzado a mantenerse en el mercado al equivalente de un dólar estadounidense, sumergiéndose en una crisis financiera, política, económica y social que abrió las puertas al peronismo-kirchnerismo futuro que se perduraría varios lustros. Chávez en Venezuela gobernaba sus primeros mandatos, no sin crisis y huelgas generales que polarizaban desde entonces a venezolanos, pero también a latinoamericanos por igual.

Las derechas homogéneas hasta una década anterior a dichos sucesos, durante esos convulsionados años, comenzaban a caer. 

Justo cuando iba visitando la sede del Foro Social de Porto Alegre, o por lo menos subjetivamente así lo documenta mi memoria selectiva, en todos los televisores del país, y las incipientes noticias web de Brasil y del mundo, documentaban una fiesta nacional. Un Brasil donde las frases escritas en murales en Porto Alegre -“ Outro Mundo E Possível” -parecían venir acompañados de un verdadero carnaval en que se convirtieron los desfiles de toma de posesión en Brasilia, culminando con un éxtasis existencial propio que fue escuchar la intervención del nuevo Secretario de Cultura brasileño, no con un discurso dogmático de izquierda que dormiría a cualquier milenial, sino cantando, con música, con su guitarra. Ese Secretario era Gilberto Gil. 

Brasil, tan lleno de significados latinoamericanos, lamentos de dictadura, de represión, de asesinatos, de pobreza extrema, de favelas, de paramilitares, de ecocidios, pero también de maravillas naturales, de su mezcla de razas y culturas, donde conviven ricos, pobres, eclesiásticos de izquierda, rubios, morenos, asiáticos, empresas transnacionales, frutas, el trópico, las
playas turísticas y el amazonas, refleja una Latinoamérica completa, rica, variada, rugiente, ávida de justicia y llena de atrasos políticos, administrativos, democráticos, económicos, sociales, pero a su vez con su gente valiente, inteligente y demandante de tantas necesidades siempre incumplidas.

Es por eso que el ver a Lula libre, donde su encarcelamiento cada vez más expuesto a la opinión pública, parece contundentemente estar lleno de argumentos políticos más que jurídicos, refleja un claro clima del ambiente de rendición de cuentas que vivimos hoy en día en nuestros países. Donde la lucha anticorrupción queda de lado por trasladar cualquier rendición de cuentas a un plano político. 

Al parecer el ex presidente Lula tiene abiertos expedientes que pudieran ser objetivamente actos de corrupción, tráfico de influencias, pero que al ser víctima de una real persecución política, el festejo de su liberación impide ver con claridad los hechos a los cuales realmente se tendría que hacer frente. 

Es por ello que la gran necesidad de todos los países latinoamericanos de establecer procesos, reglas y análisis rigurosos. Los objetivos claramente delineados en materia anticorrupción, tienen que materializarse en los próximos años y en los próximos gobiernos, independientemente de la ideología política de estos. Derechas e izquierdas ambas se han visto involucradas en actos de corrupción y en fracasos de política pública, por igual. Los ciudadanos de todos estos países que desde hace siglos claman justicia, así como la reivindicación de sus gobernantes para con ellos, llámese Reino de España, de Portugal, Francia, oligarquías o gobiernos del pueblo, todos merecemos ser gobernados sin que la política sea la encargada de impartir justicia, sino los sistemas de lucha y combate a la corrupción que permitan que todas nuestras riquezas naturales y humanas, se vean reflejados en una mejora en la calidad de vida de todos los habitantes de este continente que conocemos como Latinoamérica.

Aureliano Hernández Palacios Cardel 
Economista con maestría en políticas públicas, ha sido administrador público en diversos cargos gubernamentales y actualmente colabora en la Auditoría Superior de la Federación. 
Twiter: @Aureliano_HPC

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