Cacerolazos

Que se vayan todosQue se vayan todos / Argentina

Por: Aureliano Hernández Palacios Cardel

Hace casi 20 años tuve la suerte de obtener una beca del Banco Interamericano de Desarrollo para estudios de maestría en conjunto con la Universidad Torcuato Di Tella en Buenos Aires, Argentina. La Di Tella, creada en los años 90s, con fondos de las empresas del Grupo SIAM, formado por el científico industrial Torcuato Di Tella quien daba muestra de un gran imperio industrial en la Argentina del Siglo XX donde fabricaban desde masa para pastas hasta automóviles. 

Esta explicación que pareciera estar de mas, solo es para contextualizar el tipo de educación que impartía dicha institución. La mayoría de profesores contaban con doctorados de la Universidad de Chicago, ó eran funcionarios de los Gobiernos de ese entonces y del  Ex Presidente Carlos Menem ó realizaban consultorías para los Gobiernos, que ya transcurrida la historia podrían denominarse Neoliberales.

En esos entonces, principios del nuevo milenio, en la Argentina se respiraba, sobre todo entre las clases medias y acomodadas, un aire de triunfalismo económico. Después de vivir innumerables crisis económicas, y en los años 80s y 90s inflaciones de más del mil por ciento, de pronto las alzas de precios estaban controladas y ya no existía la palabra devaluación, dado que se estableció un sistema de tipo cambiario fijo, donde un dólar equivalía a un peso argentino, una nueva moneda creada específicamente para la llamada Convertibilidad. De pronto ir a Miami, a Cancún, a Nueva Zelanda eran acciones cotidianas, ya que su moneda muy valorizada, permitía que por sueldos estándares de clase media en la Argentina, viajar como si tuvieran monedas de países de primer mundo. 

Sin embargo, para los que éramos economistas, extranjeros, y críticos, nos parecía que era una política artificial. Todas las teorías económicas, incluso las mas clásicas o neoliberales como le llaman los críticos de éstas, presagiaban una crisis de tipo de cambio o devaluación, debido a una recesión económica de varios años dado precisamente por el alto costo de los commodities argentinos al estar valuados a la paridad muy alta del dólar. Pero en mi Universidad, las discusiones dado el perfil del profesorado, dejaba ver una negación a esta posible situación económica.

El gobierno de Fernando de la Rua, perteneciente al partido político de transición entre los peronistas de Q y los que llegaron después, no tenía todos los acuerdos de las fuerzas políticas que sin duda querían tomar el poder de la Casa Rosada para ellos.

Sin embargo, el 19 de diciembre, después de varios días de huelga general que desencadenó en saqueos a tiendas, bloqueos y robos principalmente en la zona conurbada de Buenos Aires, De la Rua decreta estado de sitio. 

Mientras preparaba mis exámenes trimestrales de la maestría en un departamento del barrio de Belgrano, comencé a escuchar golpear cacerolas en los departamentos contiguos, en los edificios de en frente, en toda la calle y resonaba a lo lejos un gran eco de cacerolas que se iba multiplicando a todo el país. Cacerolazos que se mantuvieron por horas. Horas de ruido ciudadano sólo creado por  una cuchara y una cacerola.  Espontáneo, demandante, con acentos de hartazgo de un pueblo que vivía en los últimos años la incertidumbre de vivir con un dólar-peso fuerte, pero que sabía que más que viajar por el mundo, no resolvía los problemas de fondo de la Argentina. 

Ese día los argentinos me dieron una de las lecciones mas importantes de mi vida y mi entender del mundo económico y político. Ese día bajo el grito de ¡Que se vayan todos!, el pueblo argentino derrocó a un presidente, a un ministro de economía, y seguirían cinco Presidentes en un mes. Derrocó también un sistema económico y cambió el escenario Argentino para bien o para mal.  

Aunque sea por unos momentos, el pueblo había ganado una batalla ejemplar. Durante el próximo mes, próximo año, y próximos lustros, las batallas fueron derrotas, pero demostraron que el “Que se vayan todos” a sonido de cacerola puede mas que un sistema económico y político.

Ah sí, estos cacerolazos se dieron en estos días en Colombia, habrá que observar que pasa en esa batalla. 

Aureliano Hernández Palacios Cardel 
Economista con maestría en políticas públicas, ha sido administrador público en diversos cargos gubernamentales y actualmente colabora en la Auditoría Superior de la Federación
Twiter: @Aureliano_HPC

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