¡Si Netflix lo dice, es verdad!, y el día internacional del combate a la corrupción

Conrado Sol como Genaro García Luna

Por:Aureliano Hernández Palacios Cardel

Leyendo esta semana todos los primeros artículos e informes en medios de comunicación,  principalmente el de Salvador García Soto en el Universal, sobre la captura de Genaro García Luna, el que fuera en otras épocas el todo poderoso Secretario de Seguridad Pública, da muchos indicios de lo que una gran mayoría de ciudadanos mexicanos sabían: la corrupción ha estado presente en casi todos los niveles de gobierno y en todas las corporaciones de seguridad pública en el país.

Con esto no estoy afirmando que todos los titulares de dependencias, y mucho menos que todos los policías o personal operativo de las corporaciones encargadas de impartir justicia sean corruptos. 

Simplemente es una afirmación de cómo el sistema en el que actúa la corrupción se ha instalado como mecanismo de operación en muchas de las corporaciones no sólo en México sino en gran parte del mundo.

La corrupción es más que una práctica aislada, se ha convertido en un sistema perfectamente establecido. Es una institución en sí misma, con reglas, con un código interno entre corruptor y corrompido, entre empresarios y funcionarios o entre policías y delincuentes. Y sobre todo no es un problema exclusivo de mexicanos, es un problema del ser humano. 

Los incentivos de las personas son a actuar para obtener un beneficio. Es por ello que el mismo ser humano buscó desde los inicios de la sociedades, poner límites a las acciones individuales de buscar el beneficio (económico, social o de poder) de uno mismo o su familia. 

Así en todos los países, en todos,  por más transparentes que sean, o por mas cultura de la rendición de cuentas tengan ciertos pueblos, existen instancias fiscalizadoras, de control, de supervisión, para que repriman los instintos humanos de beneficiarnos cuando esto impacta negativamente en el bien común o se rompa una norma creada para evitar el daño a terceros o a todo un país en menoscabo de sus recursos.

Sin embargo, al hablar del crimen organizado tenemos que establecer los incentivos correctos y las reglas que limiten el accionar de un grupo de servidores públicos (policías, comandantes, ministerios públicos o secretarios de seguridad) que a diario tienen contacto con estos grupos; que a diario ven pasar junto a ellos las grandes cantidades de dinero, así como también hay que establecer los incentivos para que un servidor público que atiende trámites en una ventanilla no extorsione a los contribuyentes o evitar que los abrumadores trámites burocráticos fomenten que el contribuyente quiera sobornar al funcionario de la ventanilla. 

Es por ello que los incentivos y los castigos tienen que ser perfectamente diseñados para acabar con esta corrupción. Los policías deben ganar más, tener mayores prestaciones, y porque no, un bono por cada acción de captura o decomiso. Que pasaría si un porcentaje de lo decomisado se la da como estímulo a un policía que lleva a cabo el operativo. ¿Esto no haría que los funcionarios intentaran ser más transparentes y eficientes?, ¿Estaría mal un bono de productividad por las acciones de los que tienen a su cargo acciones tan peligrosas y mal pagadas?, ¿Los ciudadanos lo verían mal?

García Luna era un pez gordo que vivía a sus anchas con cuentas de millones de dólares en Estados Unidos. ¿Qué impidió que hasta el día de hoy se diera esa aprensión? ¡Si hasta Netflix lo sabía en la serie del Chapo! Era un secreto a gritos que existía cierta protección del Estado a grupos con tanto poder económico en sexenios anteriores. Y el sentido común y Netflix nos hacen darnos cuenta de cómo fue que el capo más mediático del país y tal vez del mundo haya logrado escaparse de las cárceles de mayor seguridad, ¡dos veces! 

Tan no es un problema que atañe sólo a mexicanos que la ONU ha declarado el 9 de diciembre como el Día Internacional Contra la Corrupción y declara abiertamente lo siguiente :

Cada año se paga un billón de dólares en sobornos y se calcula que se roban 2,6 billones de dólares anuales mediante la corrupción, suma que equivale a más del 5% del producto interior bruto mundial. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se calcula que en los países en desarrollo se pierde, debido a la corrupción, una cantidad de dinero diez veces mayor que la dedicada a la asistencia oficial para el desarrollo.

Así, “si Netflix lo decía es que era verdad”, se ha convertido en mi frase preferida en tono de burla para señalar qué hay hechos que son tan contundentes como actos de corrupción como en el caso García Luna, que debieran tomarse en cuenta por lo menos por quienes trabajamos en los órganos de lucha anticorrupción, pero que además en días como el 9 de diciembre declarado como día internacional de la lucha anticorrupción, sirva para reflexionar y lograr que entre gobierno, legisladores, académicos, sociedad y medios de comunicación,  formulemos las normas y reglas que permitan crear los incentivos correctos para que transitemos cada vez más hacia un país libre de corrupción. 

Aureliano Hernández Palacios Cardel 
Economista con maestría en políticas públicas, ha sido administrador público en diversos cargos gubernamentales y actualmente colabora en la Auditoría Superior de la Federación. 
Twiter: @Aureliano_HPC

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