PROSA APRISA: Pretenden encubrir fracaso de Cumbre Tajín

Arturo Reyes Isidoro

El Gobierno del Estado trató de encubrir ayer el rotundo fracaso del festival Cumbre Tajín 2020 suspendiendo el último día de actividades con el pretexto “de proteger a las personas que visitan la entidad así como a los veracruzanos”. Se atribuyó la decisión a la Secretaría de Turismo.

En un atropellado boletín de prensa emitido minutos antes de las diez de la mañana se informó de la determinación pero no se explicó de qué querían “proteger” a los visitantes al estado y a los veracruzanos y tampoco se dijo que era para proteger a los pocos asistentes al festival.

Aunque dijeron que la medida era solo preventiva, nunca mencionaron la palabra coronavirus pero señalaron que “el principal compromiso de la actual administración” es “preservar… la salud de las miles de personas”.

Sin embargo no pensaban lo mismo apenas dos días antes cuando algunas voces (esta columna una de ellas) sugirieron suspender el festival antes de que fuera inaugurado ante las crecientes medidas de prevención en todo el mundo por la propagación de la pandemia de coronavirus.

El viernes por la mañana, al término de una reunión en Coatzacoalcos, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez descartó cancelar el evento porque declaró que “la medida no va acorde a la situación del virus en la entidad”.

Se encarreró, como acostumbra: “Tenemos el protocolo, ese protocolo ya es en otra etapa, pero, a ver, va y qué bueno que lo preguntas para que sepamos todos. Las etapas de una epidemia son muy importantes, fundamentales. No debemos tomar medidas que no correspondan a la etapa”.

Acelerado argumentó con un verdadero galimatías: “Por ejemplo, en Coatzacoalcos no podemos cerrar una escuela porque sabemos que no hay nadie, cómo va a llegar si no hay nadie con coronavirus, en otros países están en otras etapas, ellos sí tienen que tomar otras medidas porque ya lo tienen en las dimensiones que pasa a una segunda fase cuando el contacto es de persona a persona”.

Confiadísimo remató diciendo que su administración “se encuentra preparada para cuando se registre el primer caso confirmado de coronavirus en Veracruz”.

Todo empezó mal

La Cumbre Tajín pintó mal desde un principio cuando la Secretaría de Turismo estatal decidió “volver a sus raíces” el festival celebrando “la magia de la cultura totonaca con un evento 100% cultural”, pero los actuales organizadores ignoran que las raíces de la fiesta tuvieron un sentido más de espectáculo con un gran programa artístico.

Con su visión política y empresarial turística el entonces gobernador Miguel Alemán Velasco decidió crear la Cumbre para preservar y difundir la riqueza cultural y arqueológica de la Ciudad Sagrada de El Tajín, y de arranque lo logró con creces cuando los ojos de todo el mundo volvieron la mirada a una zona hasta entonces olvidada e ignorada, pues mucha prensa extranjera y toda la nacional y estatal le dieron amplia cobertura teniendo como gancho el espectáculo que se  montó y que durante años fue el sustento económico de la festividad.

Luego seguramente la responsable de la organización, la secretaria de Turismo, Xóchitl Arbesú Lago, ahuyentó a los potenciales visitantes cuando al presentar el programa en la Ciudad de México los invitó a visitar “la playas de Poza Rica”, que solo existen en su imaginación, ante lo que han de haber dicho que si ese era el nivel de desconocimiento de la organizadora qué se podía esperar del festival.

A lo anterior se sumó que desde un principio, no obstante la calidad de algunas de las artistas que se presentaron, en la zona no gustó el elenco, lo que se reflejó cuando la noche inaugural, no obstante que actuó la mismísima Lila Downs así como Regina Orozco, además de Ximena Sariñana, apenas si tuvieron una entrada de 300 personas cuando, por ejemplo, en 2013 Los Tigres del Norte lograron una asistencia de 17 mil personas y en 2015 Los Ángeles Azules congregaron a 20 mil personas y en 2018 repitieron su éxito.

El propio gobierno generó violencia

El viernes 13, horas antes de la inauguración, el agrupamiento de Caballería de la Fuerza Civil y el grupo antimotines de la Policía Estatal, conformado por al menos 200 efectivos, desalojaron con violencia a manifestantes de pueblos del Totonacapan que demandaban su inclusión en programas sociales, apoyos para el campo y la regularización de la tenencia de la tierra.

Como unas 100 personas de la Red Autónoma de Campesinos, Indígenas, Movimientos y Organizaciones Sociales (RACIMOS), A. C., habían bloqueado el acceso al Parque Temático Takilhsukut, en respuesta recibieron un racimo pero de garrotazos, operativo violento que dejó al menos 20 lesionados y ocho detenidos, uno de ellos la síndica de Coyutla, Encarnación García, a la que liberaron horas después y el resto apenas fue puesto en libertad ayer. 

De inmediato las redes sociales fueron inundadas con la foto de un hombre con la playera llena de sangre, lo que, sin duda, proyectó una imagen negativa sobre todo porque Veracruz está considerado entre los estados con más violencia en el país.

Seguramente el temor a que los manifestantes se reagruparan y pidieran el apoyo de más personas obligó a que ya no se presentará el gobernador Cuitláhuac García a la inauguración, que estaba programada para las cinco de la tarde, que pospusieron pensando que se presentaría más tarde, lo que no ocurrió por lo que por la noche durante el festival artístico la secretaria de Turismo y un funcionario federal del ramo hicieron la inauguración oficial.

El sábado continuó la poca asistencia ante lo que ya era evidente el rotundo fracaso, no obstante que tanto viernes como sábado estuvieron regalando boletos, pero ni así, además de que ya el miedo se paseaba por el parque pues algunas personas circulaban con cubrebocas. 

La Cumbre debía ser clausurada ayer por la tarde pero sorpresivamente se sacaron de la manga el pretexto de la protección a personas ante el evidente fracaso, pues si su preocupación hubiera sido cierta hubieran suspendido el festival desde un principio.

El fracaso, reflejo del gobierno

De una cosa se puede estar cierto: que al secretario de Gobierno, Erik Cisneros, nunca le va a dar coronavirus… porque siempre se lava las manos.

Ante el daño que la garrotiza a los RACIMOS causó a la imagen personal del gobernador y a la de su gobierno, Cisneros no fue capaz de dar la cara y asumir la responsabilidad para librar a su jefe de la lluvia de críticas y descalificativos que le cayó encima.

Cosa de recordar que en diciembre de 2015 el gobernador Javier Duarte ordenó desalojar a punto de toletazos a jubilados y pensionados del IPE que protestaban en la calle Enríquez ante la falta de pago de sus pensiones.

Entonces, el secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, para librarlo de la lluvia de críticas, asumió la responsabilidad diciendo que él había ordenado el operativo y pasó a ser el malo.

Ahora, adentro del gobierno todos dicen que no fue Cuitláhuac quien ordenó el uso del garrote, sino que fue el secretario, quien le ordenó al titular de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, que actuara sin consideración alguna.

Lo extraño es que el gobierno dice tener como causa la atención a campesinos e indígenas de los pueblos originarios, lo que desmintió a punto de garrotazos.

Tampoco se explica por qué no fue el propio Cisneros a estar atento a que no hubiera incidentes previo a la llegada del gobernador, lo que le hubiera permitido hablar con los manifestantes, u ordenar a operadores suyos que dialogaran con ellos y desactivaran la protesta.

Lo cierto es que el rotundo fracaso de Cumbre Tajín es fiel reflejo de la falta de previsión, irresponsabilidad, ineptitud, ineficacia, inexperiencia y falta de diálogo que caracteriza al actual gobierno, así como del equivocado enfoque que tiene de la realidad veracruzana lo que lo lleva a programar en forma equivocada.

A nivel federal tratan de justificar sus errores y equivocadas decisiones culpando a los “conservadores”, “neoliberales” y de la “derecha”. En Veracruz ya no es ahora Winckler; ya encontraron el gran pretexto: el coronavirus.

Lo grave y preocupante es que el fracaso se paga con los recursos de los veracruzanos y los responsables continúan en sus puestos como premio a su ineptitud.

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