PROSA APRISA: ¿La señora Nahle, firme? Ni la Sheinbaum, dice AMLO

Arturo Reyes Isidoro

Sorprendió la secretaría de Energía Rocío Nahle el pasado 5 de octubre cuando en su visita al puerto de Veracruz, contra la seguridad que venía mostrando de que sería la candidata de Morena a la gubernatura del estado en 2024, si bien no se descartó, tampoco se encartó. “Esto es, sí, pero no, quién sabe, quizá, tal vez, posiblemente”, comenté entonces, a propósito.

En aquella columna dije, y aclaré que no descubría el hilo negro, que la política es de circunstancias, donde lo único seguro es que no hay nada seguro.

Apunté que no se sabía si la señora ya se había dado cuenta que era innegable que a partir del primer día de este mes había comenzado la cuenta regresiva para el presidente Andrés Manuel López Obrador, “quien como buen político priista que es empezará a jugar de acuerdo a las circunstancias”.

Usé términos beisbolísticos. Agregué que irá jugando con el score (el marcador) y que: “Tal vez ya volvió la vista hacia el dugout (el banquillo, la caseta) y vio que hay otros jugadores de reserva por si hay necesidad de hacer cambios; ahí debió haber visto, listos, a Ricardo Ahued, a Manuel Huerta o a Sergio Gutiérrez, quien parece ser la revelación del momento”.

Con este otro apuntamiento: “Y debe estar consciente de que Ahued y Huerta y Sergio, si crece y se posiciona, la barrerían en una encuesta real, porque sí son veracruzanos, sí despiertan simpatías entre el electorado, sí son conocidos y sí han empezado, con mucho éxito, a posicionarse mediáticamente”.

“No tengo a ningún preferido, a ninguna preferida”

Ayer, en su conferencia mañanera, un reportero le preguntó a AMLO si su candidata para sucederlo es Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. No solo se sonrojó sino que no pudo contener una abierta sonrisa de varios segundos antes de responder.

“Está buena la pregunta”, dijo, y se soltó. Afirmó que de tiempo atrás ha respetado la voluntad de la gente, sus deseos y que no ha actuado de manera antidemocrática en toda su vida pública. “… hacer encuestas, están en los estatutos”, expresó e insistió: “… de modo que el que se hagan las encuestas es lo mejor”.

Recordó que en 2011 él y Marcelo Ebrard compitieron por la candidatura presidencial “y tengo que reconocer (que declinó Marcelo Ebrard, le dice el reportero) sí, porque yo gané la encuesta, por poco margen, pero gané y él aceptó el resultado, cosa que no es fácil, sobre todo en ambiciosos vulgares”.

Continuó: “Entonces, me pides mi opinión, te digo, no tengo a ningún preferido, a ninguna preferida, en términos de pluralidad y de género, quién lo va decidir en su momento, el ciudadano; noo, la gente está muy despierta, se hace una encuesta, dos, tres y se ve quién es quién y se resuelve el problema. Es el método que yo considero más conveniente…”.

La pregunta del reportero fue porque el pasado 30 de septiembre AMLO levantó el brazo a Claudia Sheinbaum durante un recorrido de trabajo por la Ciudad de México, lo que la prensa tomó como una señal política de que “es ella”. La foto del hecho se viralizó (el único que revisó con cuidado el video completo fue Joaquín López Doriga, quien, viendo el “nerviosismo disfrazado de seguridad de ella” leyó que “ella no se lo cree”. La declaración ayer del tabasqueño le ha dado la razón).

¿Si la señora Sheinbaum no es, entonces, su preferida, si él dice que no tiene “ninguna preferida”, por qué habría de serlo la señora Nahle para Veracruz?

Mario Delgado es el presidente de Morena, el líder formal, pero el verdadero líder natural es Andrés Manuel López Obrador como lo fueron los presidentes tricolores respecto del PRI. Así ha sido en el sistema político mexicano, así sigue siendo. De hecho, ayer ya marcó línea cómo se resolverá la designación de candidaturas en Morena para el proceso sucesorio de 2024: por encuesta.

No me extrañará que los panegiristas, y hasta algunos defensores a sueldo de la secretaria, insistirán en que, como declaró Ricardo Exsome, no ven “más que a Rocío Nahle”, pero, según mi lectura, ya ayer el presidente dejó más que claro que por ahora no tiene candidato ni candidata alguna, ni en la Ciudad de México ni en ninguna otra parte del país.

Esto alborotará la gallera otra vez y en el caso local saturará de nuevo los pulmones de los aspirantes y suspirantes, incluyendo los del gobierno, que ya casi se sentían intubados por el Covid-19 de la política que les dio luego de que el gobernador –de acuerdo a fuentes confiables que me lo aseguraron – les dijo que estaba decidido que la señora Nahle sería la candidata. 

Aquí cobra sentido la arremetida del diputado Sergio Gutiérrez Luna reuniéndose tanto en la entidad como en la Ciudad de México con empresarios, periodistas, dirigentes religiosos y los más diversos representativos de Veracruz, atendiéndolos, escuchándolos, erigiéndose en su gestor, lo que lo ha posicionado, política y mediáticamente, en menos de un mes, en un actor que estará en las encuestas para 2024 (y regresa el fin de semana al estado, a Córdoba, Orizaba y Xalapa, ¡sopas!).

Aquí tiene sentido la incansable presencia del delegado Manuel Huerta en toda la geografía estatal desde 2019 que, al menos yo no lo dudo, en una encuesta saldría como el político de Morena más conocido y más reconocido por su trabajo y porque personalmente anda entregando los apoyos federales de Bienestar y atiende también a la prensa. Además, tiene la mayor y mejor estructura de trabajo en campo, que lo mismo le sirve para repartir recursos que para desdoblarla en maquinaria electoral de Morena. 

Aquí también posee sentido el trabajo, discreto y callado, de atención a mucha población que lo busca como gestor, del senador con licencia y alcalde electo de Xalapa Ricardo Ahued, si no consentido, si bien visto y calificado por el presidente, quien ya empezará a moverse con sus futuros representados, una forma de entrar en contacto con el electorado.

Aquí mantiene sentido el dicho de que no hay peor lucha que la que no se hace de José Luis Lima Franco, el mejor y más efectivo, por sus resultados, colaborador del gobernador Cuitláhuac García, quien con la mayor discreción pero en forma efectiva también mueve sus fichas en un tablero de lo más completo y representativo porque lo mismo funcionarios que alcaldes tienen necesariamente que acordar con él por aquello de los dineros, como también los titulares de los poderes Legislativo y Judicial. 

Nada por aquí –como dijera el merolico– nada por allá, ¿dónde quedó la bolita? No hay que descartar, pues, a la señora Nahle, aunque es zacatecana, no veracruzana, pero tampoco a Sergio, a Manuel, a Ricardo y a José Luis, y a los que vayan surgiendo, aunque estos últimos cuatro mencionados llevan ya considerable ventaja por su permanente o su constante contacto con el electorado que, como dijo López Obrador, está muy despierto. 

Pesar por la partida de amigos

Lector, permíteme hacer público mi pesar porque en menos de dos semanas he perdido a amigos a los que estimaba, cuya partida me ha dejado un gran pesar. La semana pasada falleció el economista Arturo Francisco Gutiérrez Góngora. Apenas ayer me enteré que también la semana pasada falleció el médico Jorge Contreras Castañeda, quien durante muchos fue el médico general que me atendió en el módulo de la Universidad Veracruzana. La pandemia nos alejó. Para cuidar su salud se le autorizó una licencia. Siempre creí que nos reencontraríamos cuando se levantara la emergencia. Me dolió ayer la noticia.

La noche del lunes, mientras me mantenía en el teléfono preguntando por su estado, ya que me habían avisado que era de extrema gravedad, en ese momento falleció el médico Hilario Ruiz Zurita, ampliamente conocido y apreciado en Martínez de la Torre, donde fue alcalde. Apenas semanas antes había programado una comida en Xalapa con amigos columnistas porque quería venir celebrar que había superado yo el Covid-19. Tuvo que salir del estado y sufrió contagio también. Regresó a su hogar, ya iba superando el mal pero de pronto su situación se complicó. Con urgencia se internó en un hospital de Puebla, donde finalmente dejó de existir. Nunca voy a olvidar la intención hacia mi persona con la que se fue. Los tres descansen en paz.  

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