No resulta fácil abordar los temas sobre la economía doméstica, y concluir que la bonanza se enseñorea sobre nuestra entidad, porque los mejores parámetros que la sociedad tiene para medir su bienestar son sus ingresos y su liquidez, además de que tiene el ingrediente de estar integrada a la economía nacional, que hoy por hoy genera comentarios generalizados que la ubican en una marcada desaceleración, cuando no, en una evidente recesión. Pero también la economía nacional es apéndice de la mundial, gobernada por un capitalismo voraz, que determina un mercado globalizado que trasciende fronteras, al producir y circular mercancías estandarizadas para los potenciales consumidores. Para que haya crecimiento y recuperación económica, tiene que haber inversión, principalmente en infraestructura, y esta puede tener su origen en el capital privado, o de recursos provenientes del gasto público, del gobierno federal, estatal o municipal.
Vine a colación lo anterior por el sobrado optimismo mostrado por el gobernador de Veracruz en su conferencia de prensa del lunes pasado, donde hace un repaso sobre obras realizadas y otras en proceso de la industria petrolera y petroquímica, y de obras ejecutadas por su administración. La información en que se apoyo el gobernador –según dijo-, fue destacada por el INEGI, sobre los proyectos a realizar, -entre otros- las autopistas Cardel-Poza Rica y Tuxpan-Tampico, contempladas en la estrategia carretera de la SCT, para el presente sexenio, esta última obra anunciada con bombo y platillo el día que tomo posesión, como una de sus obras a ejecutar. No tuvo dinero, vendrá la Federación a efectuarla.
Me parece entendible que información de una institución seria como es el INEGI produzca un buen estado de ánimo al gobernador, porque quiere decir que las élites de la economía nacionales o trasnacionales no quitan el dedo del renglón para hacerse de las porciones que les suministrarán el reparto del petróleo y la energía eléctrica, una vez aprobadas las leyes secundarias de la reforma Energética. En este rubro habrá entonces inversión privada, y en la construcción de las autopistas inversión pública, lo que se traduce en infraestructura y en esa lógica también en crecimiento económico. Y la pregunta obligada es saber si esta progresión se traducirá en bienestar social para la población. ¿Para quienes y cuándo?
En primer término para lograr esa transformación se requieren trabajadores especializados (los tiene Veracruz), que invariablemente vendrán a darle valor agregado al capital, que sumado al trabajo, detonan el desarrollo económico y bonanza de toda región o país. El trabajo, capital y progreso técnico, fueron los elementos que utilizaron los dragones asiáticos para su desarrollo económico (Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong), que en resumidas cuentas se traduce en educar o capacitar mano de obra, ahorrar e invertir. La reactivación de la economía estatal a corto plazo, debe desde ya, poner al gobernador y su equipo económico a las órdenes de los inversionistas, y traducir en eficiente y de largo aliento la planeación concertada, para que esta oportunidad se traduzca en riqueza y bienestar para la población, y no el tráfico de influencias encadenada a intereses de grupo, como la historia reciente retrata a ex funcionarios locales. Que no solo desviaron en su beneficio decisiones y recursos, sino también promovieron inversiones improductivas de empresas obsoletas, que sin cumplir las políticas de protección al medio ambiente, cubriendo salarios pírricos, y una vez obtenido su ganancia, levantaran vuelo. Y en este sentido una pregunta más, porque la Fiat, armadora italiana de autos de lujo no se asentó en Veracruz y se fue a Puebla, teniendo aquí grandes ventajas para hacerlo, como evitar el pago y el riesgo del traslado de los autos en “madrinas”, además, a puerta de casa la aduana marítima para su transportación, en fin, ideas que nacen de la reflexión conociendo la estatura pública de la clase gobernante aldeana.
Pero regresando al optimismo del gobernador, hace apenas unos días el dirigente nacional de la COPARMEX Juan Pablo Castañón, señaló que como nunca en los últimos setenta años, la riqueza promedio del mexicano se encontraba en sus niveles más bajos, y ejemplifico lo anterior con el informe trimestral (enero-marzo) de la ANTAD, Asociación Nacional de Tiendas de Autoconsumo, que señaló una marcada contracción en el consumo de los mexicanos, que no se había presentado en los últimos diez años. Supongo que los veracruzanos nos encontramos en esta estadística, porque ni somos de Marte, ni nuestra economía depende de la economía sueca, con el PIB per cápita más alto de los países del mundo. Ni modo, ante tanta calamidad lo último que nos queda es el optimismo, pero que sea objetivo, fundado, no que nos vendan collares de perlas de vidrio, por piedras de oro, como Cortez, cuando llego a engañar a los nuestros naturales antepasados.
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