Desbordado optimismo / Manuel del Ángel Rocha

ESCRITORNo  resulta fácil abordar los temas sobre la economía doméstica,  y concluir que la bonanza se enseñorea  sobre nuestra entidad, porque  los mejores parámetros que la sociedad  tiene para  medir su bienestar son sus ingresos y su liquidez, además de que tiene el ingrediente de estar integrada a la economía nacional, que  hoy por hoy genera comentarios generalizados  que la ubican en una marcada desaceleración,  cuando no, en una evidente   recesión.   Pero también la economía nacional es apéndice  de  la  mundial, gobernada por un capitalismo voraz,  que  determina un  mercado globalizado que trasciende fronteras, al producir y circular mercancías estandarizadas para los potenciales consumidores. Para que haya crecimiento y recuperación económica, tiene que haber inversión, principalmente en   infraestructura, y esta  puede  tener su origen  en el capital privado, o de recursos provenientes del gasto público,  del gobierno federal, estatal o municipal.

Vine a colación lo anterior por el sobrado optimismo mostrado por el gobernador de Veracruz en su conferencia de prensa del lunes pasado, donde hace un repaso sobre obras realizadas y otras en proceso de la industria petrolera y petroquímica,   y de obras ejecutadas por su administración. La información en que se apoyo  el gobernador –según dijo-, fue destacada por el INEGI, sobre los proyectos a realizar, -entre otros- las autopistas Cardel-Poza Rica y Tuxpan-Tampico, contempladas en la  estrategia carretera de la SCT, para el presente sexenio,  esta última obra anunciada con bombo y platillo el día que  tomo posesión, como una de sus obras a ejecutar. No tuvo dinero, vendrá  la Federación a efectuarla.

Me parece entendible que información de una institución seria como es el INEGI produzca un buen estado de ánimo al gobernador, porque quiere decir que las élites de la  economía nacionales o trasnacionales no quitan el dedo del renglón para hacerse de las porciones que  les suministrarán el reparto del petróleo y la energía eléctrica, una vez aprobadas las leyes secundarias de la reforma Energética. En este rubro habrá entonces inversión privada, y en la construcción de las autopistas inversión pública, lo que se  traduce en infraestructura y en esa lógica también en crecimiento económico. Y la pregunta obligada es saber si  esta progresión se traducirá en  bienestar social para la población. ¿Para quienes y cuándo?

En primer término para lograr esa transformación se requieren trabajadores especializados (los tiene Veracruz), que invariablemente vendrán a darle valor agregado al capital, que sumado al trabajo, detonan el desarrollo económico y bonanza  de toda   región o país. El trabajo, capital y progreso técnico, fueron los elementos que utilizaron los  dragones asiáticos para su desarrollo económico (Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong), que en resumidas cuentas se traduce en educar o capacitar mano de obra, ahorrar e invertir. La reactivación de la economía estatal a corto plazo, debe  desde ya, poner al gobernador y su equipo económico  a las órdenes de los inversionistas, y traducir en eficiente y de largo aliento la planeación concertada, para que esta oportunidad  se traduzca en riqueza y bienestar para la población, y no  el tráfico de influencias   encadenada a   intereses   de grupo, como   la historia reciente retrata a  ex funcionarios locales.   Que no solo  desviaron  en su beneficio decisiones y recursos, sino también promovieron inversiones improductivas de empresas obsoletas,  que sin cumplir las políticas de protección al medio ambiente, cubriendo salarios  pírricos,  y una vez obtenido su ganancia, levantaran vuelo.  Y en este sentido una pregunta más, porque la Fiat, armadora italiana de autos de lujo no se asentó en Veracruz   y se fue a Puebla, teniendo aquí grandes ventajas  para hacerlo, como evitar el pago y el riesgo del traslado de los autos en “madrinas”,  además, a  puerta de casa la aduana marítima para su transportación,  en fin,  ideas que nacen de la reflexión conociendo la estatura pública de la clase gobernante aldeana.

Pero regresando al optimismo del gobernador, hace apenas unos días  el dirigente nacional de la COPARMEX Juan Pablo Castañón, señaló que como nunca en los últimos setenta años, la riqueza promedio del mexicano se encontraba en sus niveles más bajos,  y  ejemplifico lo anterior con el informe trimestral (enero-marzo) de la ANTAD, Asociación Nacional de Tiendas de Autoconsumo, que señaló una marcada contracción en el consumo de los mexicanos, que no se había presentado en los últimos diez años. Supongo que los veracruzanos  nos encontramos  en esta estadística, porque ni somos de Marte, ni nuestra economía depende de la economía sueca, con el PIB  per  cápita más alto de los países del mundo. Ni modo, ante tanta calamidad lo último que nos queda es el optimismo, pero que sea objetivo, fundado, no que nos vendan collares de perlas de vidrio, por piedras de oro, como Cortez, cuando  llego  a engañar a los nuestros naturales antepasados.

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