¡Me bañaron en la capital del automóvil! / Romeo González Medrano

Unas veces llamo a mi ciudad, “de las Flores” otras “La Atenas Veracruzana” y, por primera vez la llamé “capital del automóvil”. Precisamente ayer cuando me disponía a cruzar la avenida Américas, por el tráfico, me vi obligado a pararme en el camellón central; en ese momento pasaron a toda velocidad varios autos y prácticamente me bañaron de pies a cabeza. Entre bañarme y verme atropellado, el instinto eligió lo primero. Inmóvil aguanté hasta que terminaron de pasar. Impotente les dije – obviamente sin que escucharan – lo que se merecen, bueno … no todo, por eso, con resfriado y con algo de temperatura, hoy domingo les dedicó estas notas.

Romeo-11-150x1502Recuerdo mi experiencia de peatón – siempre que he viajado a alguna ciudad del vecino país del norte donde vive absolutamente toda mi parentela-  ¡Jamás un conductor tiene preferencia sobre un peatón¡ ni en el cruce de una calle ni dentro de un estacionamiento donde por ley hay cajones para discapacitados que se respetan. Y aquí, en la culta capital de los VERACRUZANOS no existe el menor signo de cultura vial, más aun, ni respeto por la vida humana que camina por las calles.  XALAPA podría llamarse “la ciudad secuestrada por vehículos”. Así secuestrada, porque no encuentro otro adjetivo más adecuado y voy a decir porqué.

Según estadísticas oficiales 40.2 % la población cuenta con auto aunque el dato real debe ser menor porque en ese cálculo está incluida la población que alquila taxis y autobuses. Esto significa que aproximadamente 30% de la población tiene uno o mas vehículos y es la que está adueñada de la vía pública construida con el erario público. Hasta dónde sé, ningún bien público puede ser usufructuado para un uso distinto al que fue creado y, sólo ciertos bienes y mediante un procedimiento jurídico- administrativo específico, la autoridad competente puede otorgar concesión o permiso para uso particular. Pero este principio de derecho administrativo  parece que no vale nada en Xalapa.

Cuando nuestros gobernantes construyen e inauguran calles o avenidas, deberían cacaraquear sólo la mitad o un tercio de los metros porque lo demás será utilizado como estacionamiento público gratuito.

Las dependencias de gobierno sólo disponen de cajones de estacionamiento para los funcionarios de los primeros niveles, todos los demás empleados con vehículo, o lo dejan en la calle o pagan estacionamiento. Y los miles de personas que acuden a realizar algún trámite, hacen lo mismo. Parece que el concepto de edificio gubernamental y de atención al público, no incluye para nada a los ciudadanos.     ¿ para qué? ¡Que se las arreglen como puedan!. Los gobernantes hacen lo mismo que los empresarios de la esperanza, o sea los dueños del lucrativo negocio de centros educativos particulares o igualito que los dueños de cualquier negocio o casa particular, se comportan como dueños de la calle y algunos hasta de las banquetas. También se comportan como dueños de la calle muchos taxistas que se para a subir o bajar pasaje en donde se les pega la gana, o sea en la practica gozan de una concesión libre de restricciones para trabajar interrumpiendo el tráfico cuando y donde lo requieran.

Aquí, algo está funcionando muy mal y contra la ley. Los gobernantes no quieren tocar intereses, por eso desaparecieron hasta de los medios de comunicación, el compromiso de realizar una encuesta sobre el Hoy no Circula. De igual forma desaparecieron el compromiso de sacar las centrales de autobuses del primer cuadro. ¡Sabían que la mayoría de los encuestados votaría a favor! El cuidado de la imagen de los gobernantes está basado en complacer a una minoría. ¡Que lástima que ni en vísperas de procesos electorales cuenten las mayorías! ¿Para qué tomarlas en cuenta si generalmente no acuden a votar? Sigan las autoridades de transito disimulando ante las violaciones al reglamento; sigan “aplicando” la ley solo cuando hay que hacer ruido; sigan acumulando malestar en la población y por estas políticas de avestruz no se sorprendan del deterioro de la imagen del gobernante municipal, estatal o federal. La percepción ciudadana hace rato que nada tiene que ver con el hábito de boletines oficiales y medios tradicionales.

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