El servicio médico de la UV / Manuel del Ángel Rocha

ESCRITORMe parece no ser el primer comentario sobre el decaimiento del excelente servicio médico que la Universidad Veracruzana prestaba hasta hace unos meses. Y lo refiero porque lo padezco. Pero ello no quiere decir que queramos crucificar a la máxima casa de estudios de nuestro estado, cuando estamos convencidos que  las instituciones de educación públicas son promotoras del desarrollo, que hay que proveerlas de mayores recursos e instrumentos para que permanezcan sirviendo a la sociedad, de una manera más integrada a ella, con educación de calidad,  y accesible a  la mayoría de la  población.  La universidad pública tiene que ser un dinámico agente  regional y estatal,  con la convicción de que su enseñanza y la reflexión deben conformar   profesionistas con una  elevada condición académica y humana,  que de manera paralela  construyan  críticamente estructuras sociales que propicien alternativas y un indeclinable espíritu  renovador, para recuperar o fomentar    la búsqueda de metas siempre perfectibles.

Ello no quiere decir que en su seno, los funcionarios, empleados o catedráticos estén cubiertos por el manto de la virgen y sean un duchado de virtudes sin macula alguna. No, y es indeclinable que la comunidad universitaria ejerza  su papel  de  críticos activos de su entorno, para que en función de  la evidencia, quien no esté cumpliendo con su alta responsabilidad, sea capacitado o colocado en el  lugar  donde  entorpezca menos la   formación de  universitarios comprometidos con los   valores   de la educación superior.  Y si es preciso que salgan de ella, debe hacerse, no sin antes  plantearse y  discutirse. Es la universidad.

 Pero como dijo Jack, hay que ir por partes. Primero, la Rectora doña Sara Ladrón de Guevara, es de los mejores cuadros que tiene la universidad, el hecho de haber sido  directora tanto del Museo de Antropología, como del Instituto, así como Secretaria Académica, le dan la estatura para estar donde está. Segundo, y con respecto al servicio médico que presta a la comunidad académica, será que en la estructura administrativa alguien no está haciendo bien su trabajo, o por el contrario, tan bien lo está haciendo, que  ante  la estrechez de recursos se pretenda  darle la mayor eficiencia posible al manejo de la crisis financiera, si es que existiera. Porque no hay información oficial. Los universitarios  creen que  ello debe ventilarse. Es la universidad, y el hecho de comunicar lo que pasa en sus finanzas, de frente a la comunidad, por lo menos académica, será  para ganar mayor  presencia y liderazgo. Ocultar el hecho inhibe la urgencia de recuperar una universidad  viva, actuante,  que empuje a movilizar a  una universidad atomizada, somnolienta. La universidad no debe ser un ente que    camina mecánicamente, sin plantearse la necesidad de realizar cambios.  Porque si pensamos en   transformaciones de fondo, por ejemplo,  de  cómo acotar a los burocracias  sindicales (que resultan onerosas  e improductivas),  y que solo han estimulado la inamovilidad institucional.

Seria esperanzador ver a una universidad   movilizada, que de manera inercial, empujaría  la inquietud comunitaria. Porque la simbiosis  mimetiza una con la otra.   No se concibe una sociedad en veloz transformación, con una universidad estática, por el contrario, la universidad debe incitar al cambio, a la transformación en la sociedad.

El  problema del servicio médico, en específico,  puede ser un catalizador para que lo que hoy ocurre a las finanzas y el sector salud del gobierno del estado,  no ocurra a la universidad, me refiero por lo menos a la transparencia, rendición de cuentas y derecho a la información que tienen los universitarios,   los académicos.   Pero o decepción,  también vemos con tristeza que este sector   es coto del poder sindical, de una camarilla caciquil, que por años ha depredado y ostentado esa representación, en detrimento precisamente de los derechos del personal académico, pero sobre todo de la universidad.   Vicios del viejo sistema político mexicano, el corporativismo acrítico y orgánico al servicio de la inteligencia, no son buen ingrediente para formar una  activa universidad, deliberante, plural, independiente,   capaz de darse  sus propias normas  y delinear con autonomía su propio devenir, de lo contrario nos sentaremos a ver como la decadencia y decrepitud pasan frente a nosotros,  sin  siquiera bosquejar como sería una robusta y  promisoria vida de  la institución que alberga en su seno, lo más prometedor de su esencia; sus estudiantes,  el porvenir, el deseo por la vida, por el saber, el deseo de la grandeza, del ánimo transformador, y  la aspiración por lograr la justicia social.  Seria sano empezar por lo menos, con transparentar lo que ocurre al quebranto del servicio médico.

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