El valor de educar / Marco Antonio Figueroa Quinto

FIGUEROANo solo los docentes, sino psicólogos, sociólogos y demás profesionales relacionados con las conductas y los cambios en los individuos sabemos que todos los niños durante su crecimiento van adquiriendo conocimientos que le servirán para la supervivencia y pleno desarrollo físico y mental, etapa que es difícil diferenciar entre los infantes, sobre quien tiene mayor capacidad de aprendizaje,  a todos los pequeños los vemos y sabemos que el llanto permite que alguien atienda  inmediata o mediatamente el hambre o las necesidades de excreción de estos ¡por eso todos los pequeños lloran! “Si bien es cierto que nuestra humanidad biológica necesita una conformación posterior, algo así como un segundo nacimiento en el que por medio de nuestro propio esfuerzo y de la relación con otros seres humanos se confirme definitivamente el primero” Así van creciendo;  gatean, se sientan, dan sus primeros pasos, sus primeras palabras, caminan y corren.

Hasta aquí, pocos, pero muy pocos podrían hacer un pronóstico sobre la capacidad de aprender de cada niño en sus etapas venideras: la infancia, pubertad, adolescencia, juventud, madurez, y vejez. “Educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender  y en el deseo de saber que la anima, que pueden sabidos y que merecen serlo, en que los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento” Parece que sin darnos cuenta desde que uno nace inicia el proceso de aprendizaje, que imperceptiblemente hace que a base  de experiencias vayamos acumulando una serie de saberes que enriquecen  el conocimiento que se tiene sobre todo cuanto nos rodea, así consecutivamente tendría que ser para cada uno la acción de aprender, pero la realidad es muy diferente.

Afirmar que las incapacidades fisiológicas, biológicas y de otro tipo limitarán al futuro educando en su vida futura, no siempre es predecible, ni se puede estandarizar, el aprender es un algo mucho más complicado como a simple vista lo parece, digo lo anterior, porque el niño aprende por ensayo y error, observando su alrededor, por condicionamiento, por costumbre, por imitación y comparación lo que comienza a diferenciar a uno de otros, esa es la complejidad que representa el aprendizaje de aprender ¿Curioso, no? Pero esto que afirmo puede ser refutado por cualquiera, inclusive por aquellos que sin haber ido a la escuela tengan la suficiente edad o ímpetu para inconformarse, total vivimos en una democracia, que lo mismo vale una opinión docta que la de otro, aunque este último sea el más vulgar de los hombres o mujeres.

Aunque no debemos pasar por alto verdades, pues “hay que nacer para humano, pero solo llegamos plenamente a serlo cuando los demás nos contagian su humanidad a propósito y con nuestra complicidad” Hasta aquí empiezan influir ciertas cuestiones que determinarán las oportunidades o capacidades del individuo por aprender, lo que me remonta en recordar a Rudyard Kipling que sin medir aptitud, interés, actitud, necesidad y medio, estable seis cuestionamientos que avivarán el aprendizaje en cada uno de nosotros, y según la capacidad de respuesta podrá uno imaginar, sentir, fantasear, soñar, y crear de manera especial, las preguntas en cuestión son: ¿Quién? ¿Cuál? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo?  y  ¿Por Qué? Para dar respuesta a esta serie de interrogantes debemos poner en práctica y aguzar nuestros cinco sentidos visibles, que son los que estarán en contacto con todo cuanto nos rodea, y son en sí, los que nos proporcionarán la información necesaria, que al registrarla y ponerla en práctica, nos indicará que tanto hemos aprendido ¿Fácil no? Lo que parece sencillo se torna bastante complicado, ya que las diferencias individuales y el libre albedrío harán el contraste.

Adentrarse por conocer cada una de las características de los alumnos a encomienda de cualquier docente  no es tarea sencilla, se necesita, además del auxilio de un cuerpo multidisciplinario, ejercer la interdisciplinaridad; lo que no siempre es posible; no por desconocimiento o por incapacidad de quienes ejercemos esta honrosa responsabilidad, sino por la insensibilidad de algunas autoridades que carecen de la mínima consideración y ética para apoyar tales cuestiones, aunado a  lo anterior la ignorancia o perversidad de muchos padres de familia que obstaculizan tales acciones, trasformando tal aspiración en interminable cadena de disgustos e inconformidades, las que no solo afectan este quehacer profesional, sino que se atenta contra la posición laboral y ámbito familiar.

Por todo lo anterior, lo que siempre debemos entender es que “por medio de los procesos educativos el grupo social intenta remediar la ignorancia amnésica con la que naturalmente todos venimos al mundo”, por ello hay la necesidad de involucrarnos todos; padres, familiares, docentes, directivos, y autoridades, pues tal condición permitirá hablar y entender el mismo idioma, sino, seguirá el caos  y desconcierto como hasta ahora

¡Estamos! alodi_13@hotmail.com

 

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