Antorchos, 400 pueblos y Cardenistas / Manuel del Ángel Rocha

ESCRITORLos últimos días en  Xalapa, los grupos de presión se han adueñado literalmente de las calles y de la Plaza Lerdo, corazón y símbolo político de la capital, creando el caos y asfixiando la movilidad citadina, que a la par de las obras que realiza el alcalde Américo Zúñiga, paralizan  la vida de la llamada “Atenas Veracruzana”.  De manera programada y sistemática, Antorcha Campesina, los  400 pueblos de Cesar del Ángel y las “huestes” del Partido Cardenistas del cordobés Antonio Luna, han estado turnándose  el principal espacio político frente a Palacio de Gobierno. La similitud de su estrategia es que utilizan las mismas tácticas de lucha, la  línea de masas, de aportación maoísta, para  reivindicar la fuerza militante que representan, y obtener las prebendas de poder económico y social que han pactado con su socio, el gobierno del estado.

Con un evidente adoctrinamiento de sus militantes,  por la fuerza y claridad  con  que sus miembros hacen los planteamientos para lograr los apoyos  para sus comunidades, rancherías, ejidos y colonias, que sintetizan en  obras materiales,  dotación  de tierras agrícolas,  terrenos para fundar colonias, pavimentación de calles,  construcción de escuelas, y servicios públicos. Los grupos en cuestión presionan de manera intensa lo que han negociado en la mesa con su contraparte, y adepto a la vez, el gobierno, que los subsidia. Pero que lo han ganado también mediante  concesiones reciprocas, donde es necesaria, la indispensable   demostración  de fuerza,  para  hacer causa común ante enemigos únicos, visibles, como el caso de  los 400 Pueblos  y el gobierno del estado, que  utilizan a Miguel Ángel Yunes Linares,  como blanco perenne de sus ataques. La táctica es muy rentable para los grupos, pero también para el gobierno. Esta relación de poder es similar a la que une al PRI y al PAN, por ejemplo ante la política económica de corte neoliberal, o ante su adversario de siempre, Andrés Manuel López Obrador. Se afirma de  contubernio, de identidad ideológica,  de relación de amantes, de  “comer en el mismo plato”, o similitud convenenciera, etc.

La situación se ha tornado crítica, porque la sociedad xalapeña (probablemente en el estado sea la misma fotografía), es rehén de los juegos de poder entre el gobierno y sus aliados. No hay  intermediarios en ese juego. Solo son dos equipos, donde se supone que el árbitro (el gobierno), debería ser imparcial, pero la triste realidad nos dice  que el árbitro es un equipo, es juez y es parte,  y solo protege  la parte que a él  conviene, dejando el agravio para la sociedad. Cierto es que los grupos de presión empujan  para alcanzar sus intereses, que se materializan en cuanto el gobierno  pacta sus peticiones, pero  ¿cuál es la ganancia para el   gobierno?. De acuerdo a los ordenamientos de la Constitución y la Ley, debe  gobernar para la sociedad, y proveerla de normas, bienes y servicios públicos de calidad, pero éste también tiene su origen en un partido político, el PRI, cuyo objetivo es conservar el poder  en Veracruz. No recuerdo bien si fue en abril, o  antes, que Antorcha Campesina le llenó el estadio Luis “pirata” Fuente, en Boca del Rio, al gobernador Javier Duarte, pero lo mismo hizo Aquiles Moran líder nacional de esa organización,  al entonces candidato del PRI a la presidencia de México Enrique Peña Nieto, al llenar con más de cien mil gentes el estadio Azteca.

Producto del sistema político mexicano, el corporativismo acrítico de diversos grupos y organizaciones, aquel que sostenía que gracias a él, el PRI ganaba la presidencia,  hoy su rentabilidad electoral  es inexistente, porque su estrategia mutó  por  movilizaciones, secuestro  de oficinas y carreteras, para apretar a sus asociados  y obligarlos a cumplir lo ofrecido. Su papel los últimos días al invadir el centro de Xalapa, es para que grupos con auténticas reivindicaciones políticas y sociales no lo ocupen el 15 de septiembre, día  en que el gobierno del estado organiza la “fiesta de independencia”, que forma parte del “pan y circo” que se le da al pueblo veracruzano.  La  táctica de estos grupos nada tiene que ver con la adulación al poder y a quien lo encarna, como tampoco la utilización de los símbolos colectivos de rentabilidad histórica (los héroes nacionales). Lo que si practican es el descontento de masas y una aparente oposición a quien detenta el poder, y no  descartan, en absoluto, utilizar el enfrentamiento con autoridades menores, convirtiéndose en grupos de choque, llegando incluso a la violencia, “al porrismo” institucional tolerado o fomentado. Golpeadores adoctrinados que hostigan a periodistas o políticos independientes (por  señalar su dependencia y reciprocidad con el gobierno), utilizando las tácticas de la lucha de clases marxista, pero sirviendo al gobierno, y éste sirviéndose de aquellos.   Su inconformidad y presencia es canalizada para fines muy distintos  a la lucha social, cívica, ciudadana.

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