Fracasa la política de seguridad de la 4T; construyamos un proyecto diferente de nación

Andi Uriel Hernández Sánchez

Es un hecho, los “besos y abrazos” no han resultado para nada eficaces para reducir la violencia que azota al país ni en el combate a las células de la delincuencia organizada; la promesa de que en 6 meses los mexicanos gozaríamos de paz plena, hecha por el presidente de la República López Obrador en marzo del año pasado, no se cumplió, la incidencia delictiva no ha disminuido, al contrario. El 2019 resultó ser el año más violento en la historia de México desde que se empezó a formar la memoria estadística delincuencial en 1997, incluso más que en los años del régimen de terror calderonista. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el año pasado se cometieron 34 mil 582 homicidios dolosos en todo el país, 2.1% más que en 2018 (76.6 personas asesinadas al día), también aumentaron los delitos sexuales en 18%, la extorsión en 28.5%, el robo en 3.7% y así muchos otros. No hay duda, la política de seguridad pública del gobierno de la 4T 
es un rotundo fracaso.

Tienen razón los que protestan exigiendo que el Estado mexicano garantice seguridad a la población puesto que es una de sus tareas fundamentales. Los asesinatos de Ingrid Escamilla y de la niña Fatima Aldrighett fueron el detonante de las recientes movilizaciones feministas y el anuncio del paro nacional de mujeres para el 09 de marzo, las gotas que han colmado el vaso; a su vez, la ejecución de 3 estudiantes de la BUAP y la UPAEB, así como del conductor de Uber que los trasladaba a la ciudad de Puebla, fueron la pólvora incendiaria de la recientes protestas estudiantiles en diversos puntos de la República Mexicana. Crimenes que por su nivel de crueldad y por la oportuna denuncia mediática lograron salvarse de ser simples cifras de la estadística y que han provocado la ola de inconformidad social contra el régimen de la 4T, a nivel nacional y en las entidades en que Morena es gobierno y la situación es igual de grave: CDMX, Puebla, Morelos, Veracruz, por decir algo. Y que prueba que, contrario a lo que sostiene López Obrador, el pueblo no es “feliz, feliz, feliz”.

Y es que aunque López Obrador acusa a las administraciones anteriores de heredarle la actual situación de violencia e inseguridad, lo cierto es que su gobierno ha contribuido a agudizar este problema. Tienen razón quienes dicen que la desaparición de ciertos programas como las Estancias Infantiles, el programa para Prevenir y Atender la Violencia contra las Mujeres, la reducción del presupuesto para el Instituto Nacional de las Mujeres, incluso el aniquilamiento de programas como Próspera, han dejado en mayor indefensión a las feminas que no pueden huir de la situación de violencia en sus hogares o que no pueden enmanciparse porque el Estado no garantiza apoyarlas en este trance; el alto grado de impunidad, la inexistencia de Fiscalías especialidas en feminicidios, todo ha abonado a acrecentar el clima de violencia contra las mujeres que ya existía en nuestro país.

Asimismo, se ha venido contrayendo el presupuesto para atender el tema de seguridad pública, pues en 2018 le arrebataron 5 mil millones, en 2019, ya estando López Obrador, otros 4 mil millones y ahora en 2020 perdió otros 2 mil millones, a pesar de que la incidencia criminal va en aumento. Además, se desmanteló la Polícia Federal, para crear una Guardia Nacional cuya tarea principal ahora mismo es perseguir y someter migrantes en la frontera sur de México y no contener la delincuencia en el país, y, por si faltara más, el presupuesto para que los municipios y entidades federativas creen o fortalezcan a sus polícias locales es casi inexistente. Mientras el promedio de gasto en materia de seguridad de los países integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (de la que México es miembro) es del 3% del Producto Interno Bruto, aquí unicamente se destina el 0.5%. Es inapelable, López Obrador es tan culpable como los gobiernos anteriores de la crisis de seguridad que atravesamos.

AMLO tiene razón en que el aumento de la criminalidad en México es herencia del modelo económico neoliberal, más concretamente del crecimiento de la desigualdad social y del aumento en el número de pobres y la agudización de la pobreza entre los mexicanos. Sin embargo, su gobierno no ha hecho nada para atacar la desigualdad social, el presidente se asesora con los grandes magnates de México, que han visto crecer sus fortunas al amparo de este modelo económico y que con seguridad no harán nada para enmendarlo y estamos sometidos bajo el yugo norteamericano, principal promotor del neoliberalismo en el mundo. Es una ingenuidad o una tomada de pelo creer que con los programas sociales clientelares que se han creado se va a reducir la pobreza y menos aún que se va a generar un ambiente de paz, eso no ha pasado en ninguna parte del planeta en donde existen programas similares, eso es absolutamente neoliberal.

Por tanto, tienen razón las mujeres y los estudiantes que protestan contra la incompetencia de los gobiernos de Morena, pero se equivocan si creen que la solución es obligarlos a retomar el rumbo, el presidente López Obrador se ufana de su necesedad, ya dijo que las manifestaciones no lo harán rectificar sus yerros. Más bien, es momento de tomar en serio la propuesta que el Movimiento Antorchista Nacional ha hecho: todos los sectores sociales, todos los grupos progresistas, que aspiren a un México rico, próspero y en paz, deben unirse, deben organizarse en torno a un nuevo proyecto de nación que supere a la 4T, un proyecto de gobierno que contemple como mínimo el impulso a la inversión pública y privada para la generación de empleos y el aumento de los salarios; la instrumentación de una política fiscal progresiva para recaudar más dinero de entre las clases sociales con mayores ingresos para que se invierta más a la educación, la seguridad pública, las obras de infraestructura, la salud, la vivienda social, el rescate del campo, la recreación sana de los mexicanos, etc. Una fuerza política que saque del poder a los ineficaces, mentirosos y autoritarios morenistas pero que sepa mejorar enserio la vida de los mexicanos.

La invitación es franca y es sincera, pero no es imposición, si nadie quiere unirse a esta propuesta, si nadie la quiere hacer suya y considera que es una locura, entonces no habrá de otra, los antorchistas iremos a la batalla electoral solos, pero nuestro país ya no merece seguir hundiendose en la podredumbre social.

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