No olvidemos la responsabilidad del gobierno en esta doble crisis

Andi Uriel Hernández Sánchez

En los días que lleva el 2021, los mexicanos hemos sido testigos de cómo la crisis sanitaria y económica por la que atraviesa nuestro país a causa de la pandemia de Covid-19, se está agudizando aceleradamente. Se han acumulado un millón 609 mil 735 de casos positivos en todo el país y fallecido más de 139 mil personas a causa del virus; desde hace una semana, todos los días hay un nuevo récord sobre el número de contagios y muertes ocurridos en un solo día. De nueva cuenta llegan noticias de hospitales saturados y de personal médico cansado y sin los insumos necesarios para atender a los pacientes, ya que estos se agotan rápidamente, en todo el territorio nacional.

Tan solo en Veracruz, hasta este fin de semana, de los 44 hospitales registrados en la Red de Infección Respiratoria Aguda Grave (Red IRAG) de la Secretaría de Salud federal, encargada de monitorear el espacio disponible para los enfermos de covid-19, se reportaban 9 hospitales sin camas con ventiladores disponibles y 3 más con ocupaciones por arriba del 70%, ubicados en las ciudades más importantes del estado: Tuxpan, Poza Rica, Xalapa, Martínez de la Torre, Coatzacoalcos, San Andrés Tuxtla y Orizaba.

Los expertos pronostican que el repunte del número de enfermos se mantendrá por varias semanas más, lo que ocasionará que todo el territorio nacional (incluyendo a Veracruz) se ubique dentro del color rojo en el semáforo epidemiológico, volviéndose necesario otro confinamiento social como el del primer semestre de 2020. Sin embargo, para la población el aislamiento es sinónimo de crisis económica, pues tan solo el año pasado se perdieron más de dos millones de empleos formales y quebraron millones de pequeñas y medianas empresas, sin contar las fuentes de trabajo perdidas en el sector informal. Hoy existen más de 10 millones de nuevos pobres en el país como consecuencia de esta crisis.  

Nuestro país no enfrenta un rebrote del virus, mucho menos una segunda ola de la pandemia, porque la enfermedad nunca fue mitigada del todo. Es cierto que hubo un descenso oscilante en los meses de septiembre y octubre, pero a partir de noviembre fue bastante evidente que el número de enfermos diarios crecía exponencialmente, ahora el frío invernal y las conmemoraciones decembrinas solo han acelerado el proceso.

Parece a simple vista, que los culpables de esta situación son los ciudadanos y su desobediencia a las medidas de “sana distancia”, y aunque es cierto que algún grado de responsabilidad tienen, nadie puede olvidar que la actitud de nuestro gobierno con respecto a la pandemia, siempre ha sido equivocada. Desde el principio, el propio presidente López Obrador desdeñó la gravedad del virus y llamó a los ciudadanos a seguir con su vida normal, siempre se ha alardeado de que la estrategia instrumentada por el gobierno mexicano es “ejemplo mundial”, aunque los datos fríos lo desmientan a cada instante: somos el cuarto lugar mundial por muertes de Covid-19 y el primero por decesos de personal de salud (2,580).

Lo más grave, el gobierno de López Obrador nunca instrumentó ningún verdadero plan de ayuda económica para la población. Alardeó, es cierto, de que se distribuyeron apoyos directos mediante los Servidores de la Nación, aunque tal operación siempre fue con tintes electoreros y no existe ningún dato sobre el número real de beneficiarios, pues los programas fueron manejados discrecionalmente. Se puso a la población en la disyuntiva de aislarse en casa y morir de hambre o salir a trabajar y correr el riesgo de contagiarse del virus. Naturalmente, los millones de pobres de este país decidieron salir a las calles a buscar la manera de sobrevivir. Tal disyuntiva siempre fue falsa, pues pudo haber evitado si el gobierno hubiese instrumentado un plan de rescate económico a gran escala, tal como ocurrió en otros países del planeta.

Y aunque era evidente que la pandemia arreciaba, en el Presupuesto de Egresos 2021 tampoco se programó ningún plan de ayuda económica, en su lugar, el gobierno federal apostó por seguir financiando sus grandes obras faraónicas y a PEMEX, una empresa quebrada. Otra vez, pero ahora de forma premeditada y con dolo, se está dejando a los mexicanos a su suerte, como si la premisa fuera dejar morir a los más débiles y pobres.

Ahora, el discurso gubernamental se ha centrado en promocionar la llegada de la vacuna de Pfizer al país, aunque hasta el momento solo se han vacunado a poco más de 459 mil personas, poco menos del 14% del personal de salud que combate en primera línea contra el virus y menos del 0.03% de la población de México. Colocándonos en el lugar 40 de 43 países que han iniciado la vacunación.

Aunque se nos ha prometido que para 2022 más de 70 millones de mexicanos estarán inoculados, debemos recordar que el presidente López Obrador y su gobierno son muy buenos haciendo promesas, pero muy malos cumpliéndolas. No se crearon dos millones de nuevos empleos y no tenemos un sistema de salud como el de Dinamarca, no se nos olvide. Parece que las pocas vacunas que se logren aplicar, se harán en lugares en donde el gobierno tenga interés electoral (hay elecciones el 6 de junio próximo). Así lo prueba el hecho de que las brigadas de vacunación estarán acompañadas por Servidores de la Nación para entregar los apoyos sociales. Se le comprará el voto a la gente doblemente.

Y aunque tal operación sirva al gobierno para comprar algunos votos, no será suficiente para controlar la propagación del virus en el país, ni para evitar que las nuevas cepas que aparecen por todo el mundo se difundan en México también.  Todo indica que en 2021 los mexicanos, sobre todo los más pobres, tendrán que seguir lidiando con los estragos de la crisis sanitaria y económica del covid-19 y con un gobierno al que no le preocupa la vida de su población sino ganar la próxima elección.

Así las cosas, a los mexicanos conscientes y preocupados por esta situación, nos queda hacer dos cosas: cuidarnos en la medida en que nuestra realidad nos lo permita, para no contagiarnos del virus ni contribuir en su propagación y no dejarnos comprar la conciencia con las maromas politiqueras del gobierno. El 6 de junio, tenemos la posibilidad de atarle las manos a este gobierno insensible y mentiroso, no votando por los candidatos de Morena.

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