ES LA ESTRATEGIA… ¿Para qué el shopping de gobernadores de AMLO?

Rodrigo López San Martín 

En las últimas semanas, el presidente Andrés Manuel López Obrador salió de compras. Son ya 5 gobernadores, emanados de la oposición, que suma a su Cuarta Transformación.

Todo comenzó en Chihuahua, tras la victoria electoral de la panista Maru Campos. Campos es, aunque compañera de partido, enemiga frontal del entonces gobernador Javier Corral.

En los últimos días de la transición, AMLO lanzó un salvavidas a Corral intercambiando elogios, que se leyeron como una sutil invitación al ahora exgobernador para integrarse a su gabinete en un futuro.

Después siguió Sinaloa, donde el presidente aprovechó una gira para alabar el trabajo del priista Quirino Ordaz y anunciar que sería propuesto como embajador de México en Madrid.

Posteriormente siguieron los gobernadores de Nayarit, Antonio Echavarría del PAN y de Guerrero, el priista Héctor Astudillo. A ambos les prometió un espacio en su administración, sin especificar aún cual.

Y apenas el día de ayer, lanzó el anzuelo hacia Carlos Joaquín, gobernador aliancista de Quintana Roo, que, a diferencia de los ya mencionados, le resta un año de gobierno y tiene en el panorama de 2022 su elección sucesoria.

Para nadie es un secreto que, como reconoció el dirigente del PAN, Marko Cortés, la oposición aspira a competir en muy pocas de las seis elecciones estatales de 2022. Y Quintana Roo no parece, de entrada, una de ellas.

¿Por qué el presidente busca entonces comprar aliados frente a un proceso electoral que se antoja muy favorable para su partido?

Por la misma razón que los primeros cuatro sumados fueron gobernadores a los que les quedaban días en funciones, porque su mira no está en el futuro inmediato, ni siquiera en su administración. Su objetivo está, como en la mayoría de sus decisiones y declaraciones actuales, en la sucesión presidencial de 2024. Y no está sólo en ganar, sino en volver a arrasar.

Porque las entidades de los gobernadores que ha sumado, con excepción de Nayarit y Guerrero, son estados donde la izquierda no tiene una fuerza electoral histórica, ni estructuras electorales. En todos ellos, ha sido el nombre y la fuerza del propio AMLO lo que les permitió ganarlos.

Para 2024, AMLO no quiere arriesgar su legado. No busca sólo ganar la elección presidencial con quien resulte su candidata o candidato, busca volver a ganar la mayoría en el Congreso, y para esto necesita la fuerza y la estructura local de estos personajes para ganar distritos.

Para quien lo quiera entender, López Obrador está mandando un mensaje muy claro: en 2024 no se juega sólo su sucesión en el poder ejecutivo. Se juega el blindaje de su proyecto hacía, al menos, otros seis años.

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