Crédito hasta donde (Segunda parte) / Lino Perea Flores

LINOPara el periodismo nacional puede resultar ominoso que algunas veces se aborden problemáticas con fines de aclaración o de análisis económico profesional, ya que al hacerlo se pueden interpretar más bien como denuncias que como análisis con fines de difusión de ciertos fenómenos económicos, que por su propia naturaleza parecieran que fueran a contracorriente de alguna postura oficialista, lo que muchas veces impide discernir algunos conceptos que por su esencia técnica, pueden resultar contrarios a la lógica de aquellos que piensan que se les está contradiciendo o perjudicando, con planteamientos que desde su perspectiva pueden ser considerados como equivocados o alarmistas.

Este resulta el caso de algunos tópicos que pertenecen al ámbito de las finanzas o de la economía; por ejemplo, temas que pueden parecer muy espinosos, como el analizar las razones y montos de las deudas públicas de los gobiernos en turno, que siendo un tópico de rutina en el análisis económico tradicional, termina siendo un tema muy sensible para tirios y troyanos, por razones que difieren desde la perspectiva que se le esté abordando.

Cuando en julio de 2008 en los albores de la crisis económica más relevante en la historia del mundo capitalista de los siglos pasado y presente, en nuestro país se habría comenzado a recurrir sistemáticamente a empréstitos disfrazados con una terminología farragosa que al transcurrir los años, se ha visto que lo único que es evidente es que se trataban de créditos que por ignorancia u omisión se adquirían sin haber evaluado su impacto posterior, como es el caso de los créditos que eran obtenidos por los diferentes niveles de gobierno al amparo de los “nuevos” esquemas bursátiles.

Estos recursos crediticios, que dicho sea de paso eran bienvenidos y proporcionados gustosamente por los bancos emisores y las bolsas de valores de entonces, eran parte del frenesí financiero que se vivía en aquellos días, que permitían financiar proyectos a los diferentes niveles de gobierno, con una abundancia de recursos que eran producto de una aparente liquidez y auge financiero, que parecían no tener límites en esos días.

Ya también para finales de julio del 2008, comentábamos que algunas autoridades responsables de esos empréstitos, consideraban que la bursatilización no era deuda pública directa en virtud de que existía “… un debate desde un punto legal y contable, de si la bursatilización debiera registrarse o no contablemente como deuda pública directa, de acuerdo a lo que señala la Secretaría de Hacienda y Crédito Público del gobierno federal; aunque también dicha dependencia afirma que desde la perspectiva económica representa una obligación financiera, ya que la posición financiera neta de cualquier entidad federativa al sustituir deuda por bursatilización, es la misma”.

Por este motivo, se señalaba que al 31 de diciembre de 2007 el saldo total de las obligaciones financieras para una entidad federativa como Veracruz era de 7,074.4 millones de pesos, por lo que surgía la pregunta de que si no deberían de contabilizarse los recursos bursatilizados y sumarlos adicionalmente a esa cantidad, porque eran recursos comprometidos a futuro dispuestos a valor presente, ya que al hacerlo provocaría que se duplicara la deuda pública, lo que era políticamente inaceptable entonces. Este es un ejemplo de cómo un tema económico como el de analizar una deuda pública, se torna en un tema difícil de analizar, por lo que para evitar estas prácticas farragosas, es necesario que de ahora en adelante exista en esencia en todo el quehacer público, la mayor transparencia con la mejor rendición de cuentas al fiscalizar las cuentas públicas y al aplicar la ley.

Las experiencias de las últimas décadas del siglo pasado y la situación por la que atraviesa la economía mexicana en la actualidad, hablan de que si no queremos que la historia se repita de nueva cuenta, no debemos permitir que se exacerben los niveles razonables de endeudamiento público, ya que los últimos indicadores económicos nos comienzan a señalar que se puede derivar en una tormenta perfecta, si no se actúa con cautela y premura.

Entre estos indicadores relevantes, se encuentran la debilidad que comienza a presentar nuestra balanza comercial con el exterior en este año, que se refleja en la depreciación de nuestra moneda en el último mes, lo que hacía varios años que no se observaba, que son signos de este fenómeno. La nota optimista es que los Estados Unidos, ya presenta signos de una recuperación económica muy importante y una reducción significativa en sus niveles de desempleo.

Comentarios: perealino@yahoo.com.mx (*)Maestro en Ciencias y Doctor en Economía por la London School of Economics and Political Science, de la Universidad de Brunel y la Universidad de Londres, Inglaterra.

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