Enriquecimiento inexplicable / Rodolfo Herrera

En el 2009, Raúl Plascencia  Villanueva salió del prestigiado mundo académico para ocupar la presidencia de la Comisión Nacional de derechos Humanos, como muchos otros mexicanos, bastó un solo periodo para que Plascencia pasara de ser un reconocido catedrático universitario para formar parte del desacreditado mundo de la política y la corrupción.

ESCRITOR     Nacido en la ciudad fronteriza de Tijuana, Raúl Plascencia, estudió abogacía en la Universidad Autónoma de Baja California, Maestría y Doctorado por la UNAM y a sus 44 años ya había acumulado doctorados “Honoris Causa” por las universidades de Coahuila, Puebla, Tlaxcala, El Salvador y Argentina.

     Dictaba conferencias magistrales para las principales universidades de México y América Latina hasta que en 2009, la clase política mexicana lo sacó de su habitad natural en el mundo de la academia y se le ocurrió nombrarlo presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la CNDH.

     Ahí, desde el servicio público, el prestigiado académico comenzó a padecer la metamorfosis que sufre cada mexicano de bien después de que es ingresado a la política, tomó el gusto por el doble discurso, la mentira, el abuso del poder, la omisión, el enriquecimiento, pero sobre todo, la firme convicción de seguir viviendo de los impuestos de los mexicanos.

     Por ello, a punto de dejar el cargo este próximo 13 de noviembre, Raúl Plascencia Villanueva compareció este fin de semana ante senadores de la Comisión de Derechos Humanos a los que quiso convencer de que su reelección era importante porque significaba darle continuidad a su trabajo.

     Pero los senadores no le creyeron luego de su tibia intervención ante las matanzas de Tlatlaya donde hubo 22 muertos y Ayotzinapan donde se registraron 6 muertos y 43 desaparecidos a manos de policías estatales de Guerrero.

     Para ello, el otrora prestigiado académico recurrió al montaje y para convencer a los senadores de que le autorizaran 5 años más al frente de la CNDH, les presentó un expediente de 12 mil hojas donde 3 mil organismos de defensa de derechos humanos de todo el país presumiblemente le daban su respaldo, pero bastó un vistazo de los legisladores para darse cuenta que la mayoría de los documentos no estaban membretados, el texto era burdo, similar en todos los casos, las fechas coincidían, lo que presumiblemente se trataba de un montaje.

     Pero el principal argumento de rechazo en contra de Raúl Plascencia es que a punto de concluir su periodo de 5 años e intentar buscar la reelección, se le descubrió que entre sus propiedades ya cuenta con una residencia de 20 millones de pesos contraída en un terreno de 795 metros cuadrados en Jardines del Pedregal, en la calle Xitle, donde se demolió una casa antigua y se levantó la residencia, con desnivel para cochera, acabados de cantera blanca, tres pisos y jardín trasero.

     La residencia de Raúl Plascencia que estará lista el mismo día en que entregue la CNDH, está valuada en 20 millones de pesos y está asentada legalmente bajo la escritura pública No. 2814, con fecha del 16 de agosto de 2012 inscrita en el Registro Público de la Propiedad en el Distrito Federal, donde quedó registrado que el terreno fue vendido en 5 millones 474 mil pesos por Nahúm Beltrán Pérez a la señora Adelita Deyanira Ortiz Kuri, esposa de Raúl Plascencia, con domicilio en Fuente del Tesoro 33, colonia Fuentes del Pedregal, residencia actual del ombudsman mexicano.

     De acuerdo con la nómina de la CNDH, Plascencia Villanueva no podría comprarse una residencia de ese costo, pues su salario mensual neto asciende 131 mil 736 pesos mensuales, es decir, ni aunque hubiera ahorrado en estos 5 años los 60 meses de salario hubiera logrado esos 20 millones de pesos, ya que apenas habría alcanzado un ingreso total de casi 8 millones de pesos. Es decir, no habría ahorrado ni la mitad del costo de ese inmueble.

     Por su parte, el Presidente de la CNDH no ha querido hacer pública su declaración patrimonial para demostrar que mucho antes de ser el titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ya poseía una fortuna que le permitiera darse esos lujos, pero no es así y él tampoco ha querido despejar esas dudas legales, solo se ha limitado a decir que se trata de una guerra sucia.

     A la llegada de Raúl Plascencia a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el presupuesto anual es de mil 416 millones 382 mil 046 pesos y el gasto presentado por Plascencia comprueba que se trata en la mayoría de los casos de gastos y compensaciones al personal, capacitación, prestaciones y otros más que dejan severas dudas sobre el manejo de los recursos.

     Por eso, los ciudadanos saben que la clase política enquistada en los partidos como PAN, PRI, PRD y todos los demás partidos aplaudidores que conforman la chiquillada ya no le cumplen a los mexicanos, pero cuando uno de estos ciudadanos prestigiados toca la política la contaminación es tal que termina haciendo lo mismo que antes criticaba.

     Por eso seguimos criticando hasta el cansancio que, ante todo este mar de corrupción, abuso de poder y descarado desvío de recursos, nos encontramos solos, sin nadie que defienda los legítimos intereses del pueblo de México.

TODOS SE ENRIQUECEN

     Para la clase política mexicana una cosa es clara, no hay consecuencias penales para nadie que abuse del poder o se enriquezca ilícitamente, regidores, diputados, senadores, funcionarios públicas, alcaldes, gobernadores y secretarios de estado saben que sin ningún problema pueden meterle mano al cajón y robarse el dinero del pueblo para comprarse mansiones, darle vida de reyes a sus hijos y gastar en excesos como aquellos que tiro por viaje andan apostando en las vegas, no importa que sean grabados embolsándose fajos de dinero como el líder del PRD René Bejarano conocido como “El Señor de las Ligas”, o como el ex diputado del PAN AlfonsoVázquez Cuevas, o como el otro panista que es dueño de motel y discoteque mientras el actual dirigente estatal de plano se hace pendejo, como si no supiera nada, a final de cuentas saben que nadie los cuestionará ni tocarán la cárcel por robarse el dinerito que las familias mexicanas pagan con sus impuestos, con el iva, eso mismo le pasó a Raúl Plascencia. La inconformidad ciudadana sigue creciendo como bola de nieve.

Comentarios a vivirenelgolfo@gmail.com  

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