Ayotzinapa y los partidos políticos / Manuel del Ángel Rocha

Estamos por ver la reacción nacional, aunque ya el sábado tuvimos un adelanto en el Zócalo con los encapuchados, incendiando Palacio Nacional, después de saber lo que intuíamos; los  estudiantes de la Normal de Ayotzinapa Guerrero, fueron ejecutados de  manera brutal. No alcanzan los adjetivos para endosar y juzgar a los sicarios, que  producto de la descomposición social,  son víctimas de la desigualdad estructural del sistema económico y político que prevalece en México, pero también son  victimarios, delincuentes atroces de sus propios hermanos de clase. La estabilidad política del país cuelga de un hilo muy delgado, y el presidente Peña Nieto viajando por Asia.

ESCRITORLo peor, es que a pesar de  la recurrencia  de este tipo de violencia que se ha adueñado del país,  los hechos  sigan sucediendo, sin que autoridad alguna vaya al fondo del problema, y destierre esta práctica nauseabunda que de tiempo atrás cogobierna en todos los niveles de gobierno. Aunque en el  discurso digan lo contrario, ninguna de las dirigencias de los partidos nacionales o locales  (el PRI, el PAN, o el PRD),  se han sometido a una vacuna ética y moral, y han rechazado abiertamente a tal o cual candidato,  que de manera pública, descarada,  se dedican a actividades ilícitas de las que la sociedad está enterada. Los partidos han delegado  su responsabilidad política, a la autoridad judicial, omitiendo  la propia.

A los partidos  les interesan los votos para conservar y ampliar su cobertura clientelar, y por supuesto que también le importan  candidatos con mucho dinero, que aunque no convenzan  a la voluntad popular,  puedan comprarla. Esta ha sido, de siempre,  la característica de casi todos los partidos. Los liderazgos sociales han pasado a la historia. El candidato que ganaba por carisma o  identidad  con sus votantes, no existe. Solo gana aquel que cuenta una enorme estructura de operadores, aparato publicitario, y recursos económicos y en especie, para entregar a los votantes. La democracia  esta penetrada por una maquinaria corrupta, que ya se institucionalizo, y que es indistinta para  grupos,  partidos,  o ideología (que tampoco hay).

Baste ver en Michoacán, como  la Tuta y los Caballeros Templarios  cogobernaron con el PRI. La vida social y productiva estuvo en todo momento controlado por el grupo delincuencial. Los productores de plátano, limón y aguacate tenían que pagar su impuesto a los Caballeros para poder trasladar sus productos a los centros de abasto, y muchas de las familias tuvieron que migrar, o aceptar que alguno de sus familiares perteneciera a la mafia, y tomar su actividad como algo cotidiano. Muchas de las alcaldías correspondían a la delincuencia. Ellos colocaron a sus candidatos y la gente voto para que ganaran.  Increíble pero cierto, la realidad  supera a la ficción, la “maña” ya no solo había penetrado   el tejido social, sino también la vida de los partidos políticos. De la mano de ellos se conducían como si nada extraordinario ocurriera en Michoacán; la ambición por  el poder y el control político y económico era superior que practicar una democracia transparente,  participativa.

En Iguala Guerrero, también lo inconcebible. Otra vez la ambición e intereses de un grupo, el  de los “chuchos”  (que controlan al PRD), pudieron más que otra candidatura, más transparente, con liderazgo. Eligieron a José Luis Abarca Velázquez, porque pudo comprar,  de manera sobrada su candidatura. Dueño de la noche a la mañana de más de 30 casas, edificios, joyerías, ranchos, y  centros comerciales (que no es impedimento ser  rico para aspirar a ser alcalde o diputado), solo que las propiedades eran producto de dinero sucio, proveniente del narcotráfico. Y  lo inverosímil, el alcalde ordena  detener y reprimir a los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa,  que la misma noche del 26 de septiembre, 3 de ellos son asesinados  en pleno centro del municipio, mientras 43 eran detenidos por la policía municipal,  subidos a una camioneta de redilas,  y entregados al grupo “Guerreros Unidos”, que los  traslada al basurero de Cocula, municipio colindante de Iguala, y ahí son ultimados. Incinerando los cuerpos y arrojadas las cenizas y  despojos al rio.

La dirigencia nacional del PRD tuvo conocimiento a detalle, de que el alcalde  Abarca, fue el autor material de la muerte de otro aspirante a la alcaldía, perteneciente al grupo de René Bejarano, y nada hizo. Este informó a  la PGR,  pero nada paso, y  así las cosas hasta llegar al drama que hoy enluta a México y a su pueblo.  Después de esta tragedia,  será importante pulsar la reacción de los partidos políticos y del Estado mexicano,  para frenar la narco política que invade diferentes esferas de la vida nacional,   y pone en riesgo la estabilidad política del país. Después de este hecho nefasto, nada será igual para México.

 

 

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