El futuro es ahora (I) / Lino Perea Flores

Aunque los efectos de la crisis económica mundial de 2008-2009 se siguen resintiendo, es importante destacar que el entorno internacional está formado por economías que presentan tasas de crecimiento muy disímbolas, con problemas y contratiempos diferentes; aun así, de una manera más bien lenta la tendencia hacia la recuperación de la economía mundial continúa. No hay que olvidar que por ejemplo dentro de los países latinoamericanos, las economías que son consideradas como emergentes, están haciendo ajustes para lograr tasas de crecimiento que en general están muy por debajo de las que disfrutaron en épocas de bonanza, que eran la regla antes de la crisis referida.

LINOSin lugar a dudas las proyecciones para el 2014, no se cumplieron y los pronósticos para el 2015 se han tenido que ajustar a la nueva realidad; ahora mismo en el mes que pasó, los pronósticos para el siguiente año se han venido ajustando en la medida en que los entornos nacionales se vuelven más inciertos y se tienen que tomarse diversas medidas, en función de los escenarios que se están presentando. Por estas razones, los pronósticos para el primer semestre de 2015 son por ahora muy conservadores, ya que no hay forma de resolver los embates del entorno económico mundial, más que con medidas ortodoxas que vayan de acuerdo a la realidad que vivimos.

Los ajustes se están dando en diversas latitudes pero cada país va tomando las medidas que más se adapta a sus necesidades; por ejemplo, la economía estadounidense, que reflejaba que tendría un mejor desempeño a principio de 2014, a finales de este año se ha tenido que adaptar a las nuevas circunstancias a medida que pasa el tiempo, aunque comparada con la mayoría de las economías desarrolladas parece que no va tan mal, por el contrario todo parece indicar que está en franca recuperación, pero con algunos sectores como el industrial que todavía requiere de ajustes. Se espera que los anuncios que haga la Reserva Federal de los Estados Unidos en unos meses vayan a ocasionar vaivenes económicos en la mayoría de los países del mundo, a partir del incremento que sufran las tasas de interés por parte del Banco Central.

En este entorno, Japón  la tercera economía más poderosa del mundo no parece salir de su marasmo económico, ya que ha entrado en su tercer trimestre recesivo, enfrentado una de las deudas públicas más altas de que se tenga memoria para una economía desarrollada, con la excepción de los Estados Unidos, que lo acerca a una inestabilidad financiera y política de grandes proporciones; asimismo, tiene que enfrentar la competencia de otros países asiáticos que lo están orillado a entrar en una competencia de precios, como el que enfrenta contra la ya considerada primera potencia económica del mundo, China, que también navega con problemas por la contracción que ha sufrido la demanda mundial de sus productos. Sin temor a equivocarnos, Japón y China tendrán que hacer un gran número de ajustes en sus economías, si desean salir bien librados.

En este entorno de referencia, viene a causar estragos en muchos países, la caída en los mercados mundiales de los precios del petróleo, que son una arma de dos filos; por un lado, la baja empuja los precios de los energéticos también a la baja, por otro lado, para los países exportadores de crudo como México, estas son malas noticias, ya que depende en gran medida de los ingresos de los que tradicionalmente se había beneficiado, cuando los precios iban al alza, aumentando la zozobra la caída en la producción de Pemex. Ahora, a no ser de que se cuenta con importantes reservas internacionales, que el peso flota, que se tiene un sólido sector financiero, que la exportación de manufacturas sigue en crecimiento, que las divisas que se generan son por actividades productivas derivadas del turismo, la minería  y las remesas de los migrantes, entre otras, la depreciación que estamos observando del peso mexicano terminaría en una macrodevaluación. Menos mal.

Comentarios:   perealino@yahoo.com.mx  (*)Maestro en Ciencias y Doctor en Economía por la London School of Economics and Political Science, de la Universidad de Brunel y la Universidad de Londres, Inglaterra.

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