El campo, en imparable caída libre / Manuel del Ángel Rocha

ESCRITOREn un estado polarizado como el de Veracruz,  el campo atado a una estructura agraria de latifundios y neo latifundios, derivados de la reforma Salinista al 27 constitucional, ha radicalizado la desigualdad en la  tenencia de la tierra y en los medios para hacerla producir,  creando condiciones de subsistencia para los pocos que quieren vivir del campo. Las medianas y grandes propiedades, de los llamados empresarios agrícolas, son quienes acaparan los recursos de los  gobiernos federal y estatal, que ha decir de los  funcionarios de SAGARPA, Marcos Bucio Mújica Oficial Mayor,  y Víctor Hugo Celaya Celaya Coordinador General de Delegaciones, en los primeros seis meses del año se hizo una  entrega histórica en tiempo y forma de recursos e incentivos al sector para mejorar la producción y “fortalecer la seguridad alimentaria”  del país. Bucio Mújica agregó que se ejercieron aproximadamente 135 mil millones de pesos, que representan  el 99.6%  del presupuesto semestral, con una  aplicación oportuna  destinada a la productividad y competitividad de la agricultura nacional.

Pero en contraparte Manuel Martínez de Leo titular de la SEDARPA,  declaró que este año su dependencia no abriría ventanillas porque apenas cuentan con cuatrocientos millones de pesos, cundo las necesidades del campo veracruzano son superiores a los cinco mil millones. Contradicciones a flor de piel cuando apenas hace dos meses Martínez de Leo devolvió a la Federación seiscientos millones porque Veracruz no tuvo su parte, en el paripas, para entregarles recursos a los productores locales. Contradicciones evidentes entre la dependencia  federal, en cuanto a montos asignados y distribuidos,  y el titular de SEDARPA, que manifiestan sus falacias y pintan la realidad del campo jarocho.

Con respecto de los recursos federales es pertinente preguntar a qué familias campesinas, y en qué lugares se destinaron los apoyos, en Veracruz por supuesto. Es posible que hayan ido a parar a la clase media o alta “rural”. Clase consolidada por la extinta Reforma Agraria. El grado de concentración de la riqueza agrícola se centra en predios multifamiliares, y la entrega de proyectos productivos para los verdaderos campesinos sigue siendo de simulación. La gran  mayoría de los productores practican una agricultura de subsistencia, de temporal, son los  marginales de los  procesos agrícolas, sin créditos accesibles, ni asistencia técnica,  ni la posibilidad de incorporar tecnología, o irrigación a sus tierras de temporal, áridas o tropicales.

En el estado, un día son los productores de caña,  que abastecen del  producto a los veintidós ingenios  establecidos en el territorio, y que requieren el pago de la liquidación de la zafra, y a la vez el reparto de utilidades para los obreros. Zafra que termino en abril y mayo, pero  los adeudos no se han cubierto, y los dueños en  complacencia con autoridades locales y federales en el limbo, mientras  la pesada carga es para los trabajadores, jornaleros y productores, que deben cubrir sus necesidades de manutención,  que representa una pesada carga social, de tranquilidad y  seguridad en  los municipios y regiones  donde se ubican las factorías y las parcelas cañeras.

Otro día se manifiestan los cafetaleros de Coatepec, Huatusco, Totutla, Coscomatepec, Córdoba, que exigen el pago de casi  quinientos millones de pesos de  un programa emergente para los productores de café,  que fue entregado desde febrero por la Federación, pero que a la fecha tampoco lo han recibido.  Un día más se manifiestan los maiceros, demandando ochenta millones de pesos que serían para la siembra del grano, que afirmaron, no se han entregado ni los once millones que aseguró el delegado de SAGARPA Marco Antonio Torres Hernández, se otorgaron este año.

Y así por el estilo, no hay día de la semana en que campesinos estén marchando y reclamando apoyos  de diferente índole para reactivar su actividad productiva y mejorar sus condiciones de vida. Vivienda rural, pisos firmes, mejoramiento de la vivienda, techo seguro,  proyectos productivos de infraestructura.  Y lo que falta aún, porque en Veracruz  las organizaciones campesinas no han incorporado a la protesta, la fractura hidráulica (fracking), que en estados como Texas,  en los Estados Unidos,  documentan la contaminación de los mantos acuíferos, y la expropiación de sus tierras, bajo el argumento de utilidad pública, por parte de las compañías petroleras en la explotación de los hidrocarburos, contempladas en la reforma Energética de las leyes  secundarias. Estos temas ya las organizaciones ecologistas y campesinas, y líderes del campo las incorporaron a las  mesas de diálogo en el DF, que mantienen en  la Secretaria de Gobernación.

El capitalismo feroz se impone. De nueva cuenta solo un tipo de racionalidad existe. La revolución ha muerto. La justicia social sigue siendo una deuda del Estado mexicano. El estrangulamiento de los campesinos, la concentración de la propiedad de la tierra y de los medios de producción, la servidumbre rural, la inexistencia de un salario para el campo, una estructura social desequilibrada y desarticulada, nuevamente muestran la misma realidad previa a la Revolución armada de 1810. De nueva cuenta la mayoría de los mexicanos son excluidos  de ese proyecto   de desarrollo económico, depredador de los pueblos y su patrimonio, que  aspiraron a otra civilización, a otra vida, ven con tristeza  que  se construye un nuevo  país, y lo peor, contra él. Otra vez la opresión y dominación del capital  global, imperial que produce lacayos y servilismo; total  los que nunca han tenido nada, resisten, han  sobrevivido a cinco siglos de coloniaje,  sometidos.

Otra vez el mismo proyecto de los criollos y capataces,  para colocar a México en la “estratósfera del desarrollo mundial”, ahí donde lo urgen   los empresarios, los industriales. Porque el otro proyecto, está en la calle, en el campo,  precisando lo mínimo para caminar, para seguir a pie juntillas nuestra identidad, nuestra historia,  con los productores, los campesinos, los indígenas, los asalariados, y jornaleros. El otro proyecto, el  del espíritu de Bonfil Batalla en el México Profundo, ese prevalecerá,  no se puede expropiar, lo que nunca fue, y ni será de ellos.

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