Un tranvía llamado inversión extranjera (II) / Lino Perea Flores

Hemos venido diciendo sin triunfalismos que el principal motor de la economía mexicana es el sector externo, que el tranvía que nos ha estado salvando en las últimas dos décadas son nuestras exportaciones conjuntamente con inversiones productivas nacionales y extranjeras, donde estas últimas se han estado incrementando de una manera moderada en ciertos sectores y regiones del país, que las empresas exportadoras están aprovechando nuestra ubicación geográfica, mano de obra calificada y competitividad internacional, que utilizan a México como una plataforma idónea para exportar al mercado estadounidense que es hasta ahora el más importante del mundo, que conjuntamente con México y Canadá conforman el TLCAN, propiciando uno de los mayores mercados globales.

LINOAunque antaño eran las exportaciones petroleras la fuente de riqueza de México, que aportaron por décadas el 35% o más de los presupuestos anuales del gobierno mexicano, donde los ingresos petroleros también sirvieron para pagar los déficit financieros del país, incluyendo los despilfarros y prácticas corruptas de la burocracia mexicana, más un oneroso servicio de la deuda de México que todos fueron cubiertos con los excedentes petroleros, cuando la producción y los precios internacionales del crudo iban creciendo anualmente.

Hoy la situación difiere de esa época, ya que la empresa que producía el bienestar era Pemex, que ahora sufre las consecuencias de precios a la baja con producciones decrecientes, que al igual que la CFE operan con deudas y déficits de operación in crescendo, pasivos contingentes laborales a punto de explotar y, en general un panorama no muy prometedor, salvo por las reformas estructurales que bien manejadas podrían sacar a estas empresas y al gobierno del atolladero en el que se encuentran; decir lo contrario, sería mentirle a la nación.

Como en la obra cumbre del teatro de Thomas Lanier Williams III, más conocido por el seudónimo de Tennessee Williams, que la verdad al final de una de sus más celebradas obras, “Un tranvía llamado Deseo”, ganadora del Pulitzer en la categoría de Drama en 1948, al fin se está comenzando a correr el velo de la verdad para la población de México, porque al llegar a la estación Deseo que para nuestro propósitos es la estación de la verdad, esta ya no peca pero como incomoda a los mexicanos. En este sentido, la verdad es que tenemos que montarnos en el tranvía de la exportación, con o sin inversión extranjera, si queremos ser parte de las economías globalizadas del mundo, no por gusto pero para encontrar mejores condiciones de vida para los mexicanos. Los casos de Cuba, Rusia y China son emblemáticos de lo que se debe hacer el día de hoy con nuestra economía, pues todo lo demás es retórica populista.

Analizando las cifras del Indice de Desarrollo Democrático de México 2014, que contó con la colaboración de la Fundación Konrad Adenauer, PoliLat, el Colegio de México, la COPARMEX y el Instituto Nacional Electoral de México, se dice que comparado con 2013, en México existen avances en dos dimensiones de la vida pública del país, que son la Democracia de los Ciudadanos y la Democracia Social, mientras que existen retrocesos en la Democracia de los Ciudadanos y en la Democracia Económica; sin embargo, en la región Sur Sureste del país, con las entidades que la constituyen y salvo Yucatán, la conclusión del estudio es que “ninguna entidad presenta mínimos de desarrollo democrático”, que debe ligarse a la falta de democracia ciudadana y democracia económica, lo que dice mucho de lo que pasa en esta región. Una verdad más planteada objetivamente por instituciones autorizadas, por lo que hoy como ayer para trascender, lo importante es tener claridad de lo que debemos cambiar y hacer. No nos hagamos bolas.

Comentarios: perealino@yahoo.com.mx (*)Maestro en Ciencias y Doctor en Economía por la London School of Economics and Political Science, de la Universidad de Brunel y la Universidad de Londres, Inglaterra.

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