Día nacional del libro: celebración de la nostalgia y el analfabetismo funcional

 

 Por Adán Cabral Sanguino

 

stands libros1En México, el Día Nacional del Libro se celebra cada 12 de noviembre, fecha que fue establecida por decreto presidencial para conmemorar también el natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), la “Décima musa”, y la noble labor del cartero.

            Dicha disposición fue expedida el 31 de octubre de 1979 por el entonces presidente José López Portillo, con la acertada asesoría de Fernando Solana al frente de la SEP y de Jesús Reyes Heroles en la Secretaría de Gobernación.

            El mandato establece que, para favorecer la divulgación del libro, la Secretaría de Educación Pública concertará con la Cámara Nacional de Libreros y las empresas editoriales la formulación y realización de los programas necesarios para que se dé la mayor difusión al libro, especialmente en la fecha señalada, así como la reducción de los precios de venta del mismo.

            Finalmente, en el citado documento quedó determinado también que la SEP y la SEGOB, en coordinación con los Gobiernos de los Estados y de los Municipios, a invitación expresa que se les haga, organizarán, en la mencionada fecha, como mecanismo especial de difusión, la exposición y venta de libros en las principales calles y plazas de las ciudades de la república mexicana, además de la extensa promoción de la lectura.

            Si bien, después de la reforma educativa de 1993 se gestionó ampliamente esquemas estratégicos para la promoción de la lectoescritura, los cuales fueron englobados en el fallido Programa Nacional de Lectura (PNL) que funcionó de 2002 a 2013 en las escuelas de educación básica, lo cierto es que el fomento de la escritura creativa, detonante de nuevos libros, ha sido relegado, de alguna manera, de las mencionadas actividades. ¿Será que la escritura, al ser una habilidad que activa el pensamiento crítico y la protesta social ante las injusticias del Estado, puede resultar peligrosa y subliminal? ¿Por qué se da mayor relevancia al entretenimiento de la sociedad mediante la lectura, en vez de que ésta exprese libremente sus ideas?

            Al respecto, Octavio Paz demostró que, para criticar al Estado, debemos independizarnos de éste. Por eso se alejó del aplauso fácil cuando abandonó su carrera diplomática en 1968 como protesta contra los trágicos hechos de Tlatelolco.

            A fin de cuentas, los motivos alternativos al Día Nacional del Libro –el cartero y el natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz- son ejemplos, por antonomasia, de la libertad de expresión mediante la palabra escrita, en especial Juana Ramírez de Asbaje, primera feminista de México y libre pensadora, a pesar de las limitantes de su época, expuestas brillantemente por Octavio Paz en Las trampas de la fe.

            La visita a las bibliotecas está perdiendo terreno ante el uso de Internet y telecomunicaciones como fuente de información para los estudiantes; las escuelas de educación básica se han quedado sin PNL; el analfabetismo funcional aumenta a pasos agigantados y, al parecer, muy poco se está haciendo para revertir este problema. Pero celebremos esta fecha plasmando nuestras ideas por escrito y disfrutando de nuestro libro predilecto, a pesar de que, según la UNESCO, el índice de lectura en nuestro país es de 1.2 libros por persona al año, cuando el organismo internacional recomienda la lectura de por lo menos cuatro para garantizar cierto desarrollo de la sociedad en la cultura escrita, y de que sólo hay una librería por cada 71 mil habitantes.

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