Comerciantes registran bajas ventas durante domingo de ramos en Xalapa

José H. Estrada

Xalapa, Ver., 30/3/2015

Como cada año, los católicos se preparan para celebrar la Semana Santa, recordando el domingo en que Jesús ingresaba a Jerusalén, previo a la pasión de su muerte, aunque la demanda de ramos y otros artículos que se comercializan en este día, no fue como en años anteriores, según testimonio de los propios comerciantes.

Durante la homilia de la misa de medio día en Catedral, que tradicionalmente oficia el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, recordó a los feligreses lo importante que es la celebración de la Semana Santa, ya que el significado real es unirse a Cristo en su pasión, muerte y resurrección.

Es por eso que invitó a los asistentes a sumarse en las actividades de la también llamada Semana Mayor, pero de manera sincera, para que puedan sentir el significado real de la misa Crismal, cuando se bendicen los santos óleos, el jueves Santo y por la tarde de ese día el lavatorio de pies, que representa la humildad, así como el víacrucis el viernes santo y por la noche la ceremonia de la Santa Cruz y después la procesión del silencio; mientras que el sábado por la noche la misa de Pascua de resurrección y con ello culminen las actividades.

Mientras tanto, afuera del templo, los vendedores de palmas, tanto de la ciudad y sus alrededores, como de estados vecinos como Oaxaca y Puebla, intentaban convencer a los creyentes que acudían a misa, de comprarles una palma, un escapulario, una imagen religiosa, sin tener mucho éxito.

Entre ellos, que se ven en ese espacio cada año, coincidían en que las ventas cada vez son menores y que así ha sido durante los últimos 10 años, debido a que menos gente acude de manera gradual a estas celebraciones y quienes lo hacen cada vez destinan menos dinero a ese tipo de artículos.

Incluso mencionan los artesanos que se apostaron este día en las escalinatas de la Catedral lamentaron que la venta de artículos religiosos realizados con palma y trigo para participar en la celebración del Domingo de Ramos sea una actividad que ha perdido valor con el paso del tiempo.

Por ejemplo, don Jesús Rodríguez, que viene año con año a Xalapa desde Plan de Arroyos, en la zona norte de Veracruz, comentó que “los señores van a traer la palma lejos, a los cerros de Tehuacán, Puebla, y ya la va uno tejiendo en los ratos que tenemos de descanso en nuestras jornadas de trabajo, pero a la gente ya no le gusta comprar estos artículos, los consideran un estorbo en sus hogares”.

Lo que les afecta mucho, ya que esos arreglos que tardan desde 5 minutos hasta un día en elaborar, llevan un proceso de tejido y adorno de los diferentes tipos de palmas y artículos religiosos como cristos, palomas y cáliz, y aun así los compradores regatean en el precio, que van desde los 10 hasta los 50 pesos, dependiendo el trabajo y el tamaño.

Mientras que el comunicado dominical de la Arquidiócesis de Xalapa menciona que con el Domingo de Ramos inicia la celebración de los misterios de su redención, los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. La liturgia de la Palabra del domingo de ramos o domingo de la pasión, se desarrolla en dos momentos importantes, a saber: la conmemoración de la entrada triunfal de Jesús a la ciudad santa y la lectura de la Pasión de Jesús.

“Desde el punto de vista religioso, esta doble realidad expresada en la liturgia del domingo de ramos con los signos de la aceptación y el rechazo, la luz y las sombras, la vida y la muerte es como un reflejo de la vida cristiana, es la historia de cada creyente. También nosotros por nuestro bautismo hemos pasado de la muerte a la vida, del pecado a la gracia y de las tinieblas a la luz. La aclamación y el reconocimiento de Jesús como nuestro rey de salvación la hacemos cuando experimentamos la misericordia de Dios; cuando nos dejamos tocar por el misterio de Dios y cuando tratamos de hacer la voluntad de nuestro creador; pero también las experiencias del pecado nos llevan a la negación de Dios, al abandono de los principios evangélicos y a la idolatría de las criaturas”.

En ese sentido el sacerdote José Juan Suazo Reyes, vocero de la Arquidiócesis, refiere que “el pecado nos desorienta, nos roba a Dios, nos hunde en nuestro egoísmo y nos aleja del bien. La gracia en cambio, nos devuelve la alegría cristiana, nos da la comunión con Dios y nos impulsa a serle fieles al Señor, en medio de los vaivenes de la vida”.

Socialmente hablando, prosigue el presbitero, la entrada triunfal de Jesús y la meditación de su pasión nos permiten reconocer qué sucede en la vida humana cuando el hombre se cierra en sí mismo y en su propio mundo de intereses mezquinos. “El rechazo de Dios conduce a la ambición desmedida, lleva a la destrucción de los inocentes, a la corrupción que roba el pan de los demás. El olvido de Dios conduce a practicar la mentira casi en forma desvergonzada y cínica, lleva al atropello de los derechos de los demás y a la práctica de la violencia”.

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