Galeano por siempre / Manuel del Ángel Rocha

ESCRITORPor nuestro origen, somos lectores de  literatura de compromiso, o más bien, de  narrativas que nos llevan de la mano a encontrarnos con el individuo,  en las partes más  profundas de nuestras vidas,  que en comunidad,  nos hermana  y fortifica. Tenemos    identidad, somos latinoamericanos, somos mexicanos, coras, guaraníes, yaquis, totonacas, chacos, huicholes, incas, mayas, huastecos. Negar  que tenemos origen, es blasfemia,  que desgraciadamente  el colaboracionismo sumiso e invisible, pero todopoderoso, nos ha llevado a entregar banderas, que creíamos,  nunca arrearíamos. Cada día son menos los referentes que tenemos para reivindicar lo nuestro. Nuestra lengua, nuestros muertos, nuestros Chés,  nuestros pobres, nuestro futbol, nuestra comida.  Apenas ayer, el triunfo de la dignidad Cubana, reconocida por el presidente de color, de ascendencia africana, del país más poderoso del mundo,  sobre una caterva de reaccionarios, tanto de aquí, como de allá y acullá,  que desde hace cincuenta años crucifican a la isla, y a sus líderes. Barak Obama,  a motuo propio, no del estableshimenth,   no de la élite de  guerra, no de los corporativos geopolíticos, dueños de vidas en el mundo,  como tampoco de los inmorales, de los altos círculos del conservadurismo del imperio económico estadunidense, quienes mantienen el estúpido bloqueo económico, sobre Cuba. Su mísera visión ha hecho que el pueblo cubano resista, y avance. Es líder en América Latina en educación, salud, deporte, etc…  Cuba es ejemplo. No hay analfabetas, la instrucción escolar es obligatoria casi hasta la universidad.

Por ello, por esas batallas a veces en el desierto, que  únicamente pertenecen a los seres inmortales, e inmoribles, es que  tenemos que reivindicar a lo único que realmente vale la pena en este mar de olvido; las batallas individuales y sociales por la dignidad, y por la verdad, que el poder político y económico, siempre pretenden acallar, o cooptar.

La memoria de los pasionales sobrevivirá. Ayer se nos fue Eduardo Galeano, que más que Uruguayo, es un escritor y ensayista universal, que con Las Venas Abiertas de América Latina, nos deja un legado de su  excelsa narrativa, pero  a la par, de congruencia política, de persistencia y compromiso, con los indígenas, las mujeres, la ecología, los trabajadores, la legalización de las drogas,  los jóvenes. Promotor de nuestras  raíces, de las historias cotidianas de los pueblos olvidados,  de las luchas de resistencia de los jóvenes indignados del mundo, de México. Siempre exigido a tope, solo por  su verdad, que era (es), la nuestra. Con su profunda y sencilla sabiduría, que  nos abriga. Adversario de la economía de mercado,  que todo lo estandariza, teniendo como medio la televisión. Que impone formas de vida, y cambia los paradigmas de los pueblos y sus  gentes.

Galeano, militante del buen futbol, y amigo de grandes estrategas, como Cesar Luis Menotti, o admirador de Messi y Maradona, y autor de dos libros, Su  Majestad el Futbol, y el Futbol a Sol y Sombra, mismo que fue reconocido por equipos poderosos como el propio Barcelona. Maradona diría del escritor uruguayo, desde Colombia, “Gracias por luchar como un 5 en la mitad de la cancha, y por meterle gol a los poderosos como un 10. Gracias por entenderme, también. Gracias Eduardo Galeano. En el equipo hacen falta muchos como vos. Te vamos a extrañar.”

Así como Siddhartha, Damián, o el Lobo Estepario, de Herman Hesse; o Los de Abajo, de Mariano Azuela, el Llano en Llamas de Juan Rulfo, o el Laberinto de la Solead de Octavio Paz, en el bachillerato. Con Las Venas Abiertas de América Latina, y la obra de Sábato,  Gelman, García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, fueron referentes, de una intensa y enriquecedora etapa universitaria. De estar en  las calles, con los obreros, los colonos, con decenas y decenas de campesinos de varios puntos del país, donde el espíritu y el compromiso con las grandes y perdurables causas sociales, y con los novelistas era y (es), obligatorio. Galeano hasta siempre, nos seguiremos reencontrando.

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