Miércoles de Ceniza

José H. Estrada

Xalapa, Ver. 18/02/15

Metropolitano.– Aunque muchos consideran que este tipo de celebraciones religiosas cada año registran menos asistencia, el Miércoles de Ceniza, que da inicio a la Cuaresma, es decir, la etapa previa a la Semana Santa, sigue siendo la celebración más grande para los católicos y el número de feligreses que acuden no decrece, sino por el contrario.

Así pues, este 18 de febrero, desde temprana hora se podían ver las discretas filas, en las dos naves de la Catedral de Xalapa, de aquellos que antes de pasar a la imposición de la señal de la ceniza, pasaban al confesionario, para liberarse de esos pecados acumulados durante el año.

Poco a poco comienzan a ocupar un lugar en las bancas los feligreses que se hacen un espacio en sus actividades cotidianas para cumplir con su fe, escuchan las lecturas bíblicas alusivas a la ocasión y luego toman un lugar en la fila, esperando a ser marcados con la ceniza, que les recuerda que la vida en la tierra es pasajera y que la vida definitiva se encuentra en el Cielo, según su doctrina religiosa. Pero también marca el inicio de la Cuaresma y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

“La ceniza representa la destrucción de los errores del año anterior al ser éstos quemados” fue lo expresado por el vocero de la arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo Reyes, al referirse a esta fecha, que también es una invitación a la conversión y al arrepentimiento.

“Cuaresma es una invitación a la conversión para todos, todos necesitamos arrepentirnos de todas las cosas que hemos hecho mal, de las ocasiones en que nos dejamos llevar por nuestro egoísmo, vanidad, individualidad y nos olvidamos de los hermanos. La cuaresma es un llamado a volver a Dios”.

También explicó que las cenizas que los sacerdotes, religiosas, acólitos o fieles imponen a la grey católica, se obtienen de la quema de los arreglos de palma usados el Domingo de Ramos del año anterior, así como de imágenes religiosas o biblias en mal estado, que ya no pueden usarse. Tras recopilar las cenizas, son bendecidas y ya están listas para ser impuestas sobre la cabeza o la frente de los fieles, como signo de la caducidad de la condición humana.

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